Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión #Opinión

Peru, en modo fuga

Luego de unas primeras elecciones totalmente fragmentadas el pueblo peruano debe elegir para presidente entre dos opciones extremas que asustan.

Mientras todos esperaban un cómodo triunfo del candidato conservador Rafael López Aliaga en las elecciones generales que se desarrollaron el domingo 11 de abril, los resultados no solo dieron la sorpresa de dejarlo fuera de carrera; sino también demostraron la fragmentación y disgregación política que existe en este país hermano al haber habilitado para la segunda vuelta a los dos candidatos más controvertidos del espectro político del Perú: Pedro Castillo, de extracción Comunista, candidato del Partido “Perú Libre” con aproximadamente el 18% del caudal electoral y  Keiko Fujimori del ultraderechista Fuerza Popular con el 13% de los votos.

 

Estos resultados, que según los politólogos consultados demuestran el fracaso y la crisis institucional en la que está sumergido aquel país donde ambos candidatos no llegan juntos a sumar un tercio del electorado; son el reflejo del hastío, la confusión y el rechazo sobre todo el espectro político peruano; pero también representan un voto castigo al establishment político.

 

Keiko Fujimori y sus ideas políticas, más conocidas por reivindicar la lucha contra el terrorismo que llevó adelante el gobierno de su padre, es partidaria de la mano dura militar y la represión policial como medio de gobierno. También ha sido acusada varias veces de corrupción política y de violenta, lo que la convierte en una de las figuras más odiadas de la política peruana.

 

Los ideales que piensa llevar adelante el maestro rural Pedro Castillo, resultan más desconocidos aunque se lo acusa de simpatizar y estar afiliado a los remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso. En todos sus discursos y entrevistas sostiene la ideología marxista-leninista. Y dice estar orgulloso de haber comenzado su campaña desde atrás y sin haber usado las redes sociales, contando que se dedicó a recorrer los pequeños pueblos del interior expresando ser el representante del campesino olvidado y abandonado por la clase media y alta del Perú que vive en las grandes ciudades y que se lleva toda la riqueza del país sin distribuir nada con el pueblo. 

 

Así, de poblado en poblado y con la ayuda de su sindicato de maestros, su voz comenzó a hacerse oír prometiendo un federalismo indigenista-nacionalista con revalorización de todas las tradiciones del pueblo. Sostiene que de llegar al poder no se van a someter a ningún grupo económico y que aquellas empresas que no estén dispuestas a redistribuir sus riquezas con el resto de la población mejor deberán hacer sus valijas e irse. A la vez asegura que si llega a triunfar, las clases burguesas acomodadas dejaran de serlo y deberán comenzar a compartir sus privilegios o de lo contrario les esperará el castigo de la ley. Pero para poder llegar a sus objetivos plantean el cambio de la constitución a través de una asamblea para reformarla que estará compuesta mayoritariamente por miembros de las comunidades indígenas, los miembros de su partido y los representantes sindicales, aunque les dará cierto lugar a abogados para que redacten la nueva carta magna revolucionaria. También promete la nacionalización de todas las empresas de recursos naturales, la redistribución de la tierra y ocuparse de la agricultura social terminando con el uso privado de todos los recursos nacionales. También piensa regular todos los contenidos de los medios de comunicación porque considera que los programas sólo transmiten contenido chatarra anti-nacional y que han sido colonizados por una cultura capitalista degenerada y destructiva de la familia, sosteniendo que les dará plazo a los medios de unos meses para que se adecuen a las nuevas modalidades o los expropiara para que sean administrados por el estado de la misma forma que lo hizo el gobierno de Chávez en Venezuela. 

 

Mientras que en materia de educación se ha definido a favor de los valores familiares, en contra de la ideología de género y profundamente homofóbico, al considerar que todas estas son expresiones de la sociedad occidental decadente. Este discurso ha provocado que el candidato López Aliaga de Renovación Popular declarara que piensa apoyarlo en la segunda vuelta electoral. Mientras que a nivel de política internacional, Pedro Castillo afirma que se siente identificado con el gobierno de Maduro en Venezuela y espera relanzar una nueva etapa de relaciones políticas con Cuba mientras que sostiene que Chile tendría que devolver todos los territorios que obtuvo de su país en la guerra del Pacifico del siglo XIX ya sea a través de negociaciones o por una intervención militar decisiva.

 

Aunque todavía nada está dicho y las opciones son muy limitadas para el futuro peruano que ha dejado a mucha gente preguntándose qué le ha pasado a su país y cuál será su destino. 

 

Y mientras muchos observadores piensan que Castillo tiene más chances de ganar cambiando el mapa político y regional de Latinoamérica de forma dramática,  la realidad nos marca que gane quien gane, aquellos que le tengan miedo a la posterior represión institucional que podría llegar a convertirse en una nueva forma de terrorismo de estado devenida de la derrota en las urnas, se podrán convertir en los nuevos refugiados del continente, donde la democracia que soñaron San Martin y Bolívar parece escaparse cada vez más como granos de arena en las manos impotentes de aquellos ciudadanos que soñaron con la libertad y el progreso; pero que un mar de violentos e “iluminados” parece arrancar de sus manos. 

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso