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El País #LaOtraCaraDeLaPandemia

El drama del personal médico en tiempos de coronavirus

El calvario de los que dan batalla a la enfermedad en la primera línea.

A más de un año de que Alberto Fernández decretara el comienzo de la cuarentena, la sociedad decidió apoyar al personal sanitario volcándose en las noches a un aplauso masivo al unísono.

 

 

 

Con el paso de los días, poco a poco, el apoyo nocturno dejó de escucharse, a pesar de que el trabajo de los hombres y mujeres de la salud continuaba a pleno, sin respiro.

 

 

 

Con la llegada de la segunda ola, los especialistas advierten el agotamiento general de los trabajadores y la gravedad del cuadro de situación, ante la pandemia mas feroz del siglo XXI.

 

 

 

"El año pasado, a esta altura, estábamos poniendo más camas y monitores; todo lo posible para contener la ola de coronavirus. En un momento llegó, primero en el sector privado. Luego, con la cuarentena estrictísima bajó, pero se extendió a los barrios más vulnerables", recordó Vanina Kanoore Edul, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y trabajadora del Hospital Fernández.

 

 

 

Siguiendo su relato, la profesional de la medicina dijo: "En ese momento, pensamos que era un aluvión de casos que no iba a parar nunca. El personal de salud estaba expectante para atender a las personas, mientras el sistema sanitario se extendía".

 

 

 

Kanoore Edul se refirió al delicado cuadro actual de situación: "Hoy el sistema ya está más grande, se duplicaron las camas de terapia intensiva, aunque a algunas camas les falta todavía un monitor y respirador. Hoy somos menos, porque hay gente que dejó de trabajar por situaciones personales vinculadas a la exigencia del trabajo, al gran estrés, al agotamiento y también a los contagios que tuvimos entre nosotros".

 

 

 

"Tengo dos compañeros que se infartaron y murieron. Tengo compañeros con síndrome depresivo que no pueden trabajar. Gente con intentos de suicidio, residentes con intentos de suicidio. Gente muy joven que recién está empezando y para ellos es muy difícil", cuenta con un cambio en su tono de voz.

 

 

 

"Esto te quiebra. A mí nunca me pasó algo así. Hacer una videollamada en la habitación del paciente con sus familiares, en donde les contamos a ellos que lo vamos a intubar. El paciente tratando de calmarlos, los familiares conteniendo las lágrimas y nosotros en el medio; sabiendo que uno de cada dos intubados no va a sobrevivir", confiesa.

 

 

 

La médica también cuestionó la decisión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de prohibir las licencias del personal sanitario, mientras se avanza en la apertura de actividades como bares, cines y restaurantes. "Hace dos semanas llegó un decreto de la Ciudad en el que se anunciaba la anulación de las licencias para todo el personal de salud. Yo leía eso, mientras también leía en algunos portales que el Gobierno había permitido nuevas aperturas, creo que eran comedores. Me pregunto si el derecho ganado del otro es el que me quitan a mí".

 

 

 

"Me preguntó cómo puede ser que nuestras políticas de salud sean estresar al sistema. Se debe dejar de ser egoísta y extremar las medidas de cuidado. Tuve la enfermedad, tengo dos dosis de Sputnik V encima y me sigo cuidando y cuidando a los demás. Hay que dejar de pelearnos entre todos. Veo a la clase política peleando y creo que todos tienen que hacer un examen de conciencia enorme", reflexiona.

 

 

 

"Es necesario que la gente tome conciencia del estado de agotamiento que tiene hoy el personal de salud, que piensen que si bien tienen derecho a una fiesta o a una comida, eso significa que va a haber un montón de gente que se puede enfermar y hay un montón de otra gente para atender a esas personas enfermas, que acrecemos de vacaciones, que estamos mal pagos y muy cansados. Necesitamos ayudarnos entre todos", se sinceró al final.

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