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Opinión #Opinión

Terror en el Sur de Chile

Un ataque atribuido a facciones mapuches que casi les cuesta la vida a dos periodistas chilenos en el sur del vecino país, visibiliza una realidad oculta: el terror separatista.

El sábado 27 de marzo de 2021 un equipo de prensa de la Televisión Nacional de Chile fue emboscado en una carretera en el sector del lago Lleu Leu en la Región del Biobío, mientras se dirigían a realizar una entrevista a uno de los líderes del movimiento autonomista mapuche de aquel país. 

 

Como resultado del ataque, que se cree en principio fue al azar: pero con todas las intenciones de matar a los ocupantes del vehículo que se desplazaba por la carretera; el periodista Iván Núñez recibió un proyectil 9mm en el hombro mientras que su compañero Esteban Sánchez habría perdido un ojo y recibido otra herida de bala en la clavícula. Si bien este no es primer atentado de esta magnitud que se produce en la región, el mismo visualiza una realidad que los partidos políticos, las fuerzas de seguridad y la prensa trataban de evitar mencionar: la violencia terrorista mapuche.

 

Y es que la región sureña de Chile desde hace años se ha convertido en una zona roja donde los habitantes tratan de no pensar en la muerte que acecha ni en la violencia proveniente de los movimientos armados mapuches. Según sus habitantes esta región se parece al lejano oeste que a porque el estado ha desaparecido y no ejerce ningún tipo de presencia, para evitar la crítica tanto de la prensa como de organismos internacionales. En esta situación las comisiones policiales son repelidas a tiros y los ataques son parte de la normalidad diaria.

 

De acuerdo a entrevistas otorgadas por los líderes de estas agrupaciones, de las que la C.A.M. (Comisión de Acción Mapuche) es una de sus representantes, estos han decidido tomar las armas para reivindicar sus derechos escudándose tras los reclamos ancestrales de los pueblos mapuches de la región que solicitan la autonomía completa del estado nacional, al que desconocen y tratan de invasor y colonizador. Para así crear un estado étnico-nacional de bases marxistas en el que consideran a las empresas, industrias, pueblos, proyectos agrícola-ganaderos que no sean propios de su etnia y a la misma iglesia como parte del proyecto colonizador del capitalismo que viene a despojarlos de su tierra y derechos. Por lo que la sola presencia o existencia física de cualquier persona blanca representaría un acto de violencia pasiva simbólica que debe ser combatida. 

 

Estos ataques corren en paralelo a las reivindicaciones indígenas legales, muchas de las cuales son reales porque durante el siglo XIX el gobierno de Chile reconoció el derecho a la existencia del Pueblo Mapuche en sus tierras y entregó mercedes de posesión colonial a los caciques de las tribus. Títulos estos que no fueron respetados ya que el gobierno entregó parte de las tierras a empresas privadas para la explotación sin tener en cuenta las escrituras que ellos mismos firmaron anteriormente.

 

También es cierto que existe un organismo encargado de velar por el restablecimiento de estas tierras a sus propietarios, habiendo sido recuperadas más de 180.000 hectáreas aunque hay todavía tramitándose por la vía legal grandes reclamos territoriales, aún pendientes.

 

A pesar de esto los delitos terroristas violentos se han duplicado sin cesar durante todo el 2020 extendiéndose por todo el sur de Chile y atravesando desde el Pacifico a la Cordillera. En donde los afectados se sienten abandonados por parte de un estado ausente al que parece no importarle la vida de sus ciudadanos y están pensando en armarse estableciendo milicias propias y contratando a ex militares para su autodefensa.

 

Las historias de víctimas son alarmantes: en un video grabado se ve con claridad en las rutas encapuchados con pasamontañas, uniformes militares, chalecos antibalas y armas largas haciendo retenes en la Provincia de Arauco, disparándole a conductores que no hacen caso a sus instrucciones o no pagan peajes para poder pasar. 

 

Y al acercarse alguna unidad de carabineros la saludan “a tiros limpios”, ante lo que los militares quienes deciden retirarse sin efectuar un solo disparo para entregar el territorio libremente al control terrorista. Hace poco más de un mes en medio de estos enfrentamientos se produjo la muerte de un policía perteneciente a un grupo de elite y ese mismo día en otro lugar de la Araucanía, Orwell Casanova propietario de un campo era asesinado de un tiro en la cabeza en su casa. En otro campo un agricultor que prefirió mantener el anonimato dice que deben trabajar con custodia de personal armado, con cascos y chalecos antibalas y que las tácticas de los criminales han cambiado y ahora se dedican a incendiar los campos, las viviendas, los vehículos y los cultivos, tanto de día como de noche y que las amenazas y extorsiones se han vuelto diarias dándose la paradoja que el estado no busca a los imputados considerados violentos para no arriesgar la vida de los funcionarios públicos. Yasna Navarrete. empleada de una empresa maderera dice que ella es madre y no sabe cuando sale de su casa si volverá a ver a sus hijos ya que recorre caminos abandonados por la policía.

 

Mientras que muchos de los que sufren la misma violencia mapuche dicen reivindicar estos reclamos, aseguran que la situación se está saliendo de control y la violencia esta tan arraigada que no habrá una solución posible y fácil en el corto plazo. 

 

Mientras el estado, como un observador impávido se desentiende de sus deberes emanados del derecho moderno y de la defensa de sus los ciudadanos sin importar raza, credo o religión, en el Sur del Continente Americano y bajo el disfraz de una reivindicación territorial indígena se está gestando la idea de un estado nacionalista reaccionario y racista que solo admite la presencia de individuos de acuerdo al color de una piel, bajo la bandera Mapuche.

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