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Opinión #Opinión

Santa Soja, ten piedad de nosotros

El mundo está en ebullición y la Argentina acompaña con sus condimentos propios.

En cualquier otro momento de la historia estos primeros días del año hubiesen sido un tiempo apacible, sereno, casi como un objeto suspendido en el aire, que lentamente iba acelerando su movimiento en la segunda quincena de enero, tomaba ritmo normal hacia febrero, y decididamente se aceleraba de marzo en adelante. Los primeros quince días de enero eran como el interior de una nave espacial, donde no se registra la gravedad. Era normal, luego de la intensidad de las fiestas de fin año, los seres humanos entrábamos en una etapa de recuperación de energía y el necesario sosiego.

Eso fue cambiando a medida que pasaron los años dado que se modificaron los estilos de vida. Los que pueden tomarse vacaciones, lo hacen de modo más fragmentado a lo largo del año. Cada vez más gente no puede o quiere cortar con su trabajo mucho tiempo seguido (15, 20 días). La diversificación de los destinos de descanso y la ruptura de patrones tradicionales hizo que se rompieran los mandatos de “vacaciones se toman en verano” y “cómo no te vas a ir a la playa”.

Este mes es muy particular en función de esos cambios estructurales —con fuerte incidencia de las tecnologías de la información— y por la coyuntura de la pandemia. El mundo está en ebullición y la Argentina acompaña con sus condimentos propios: conflicto por el maíz, el debate sobre indulto o amnistía para ciertos delitos, la saga de las vacunas, las movidas para la elección 2021, la relación entre Alberto y Cristina, y por supuesto los desajustes de la economía (aunque el dólar paralelo está relativamente tranquilo).

El gobierno cerró el año en baja —en términos de aprobación en la opinión pública— pese a la “triple victoria” del lunes 29 / martes 30 de diciembre (ley de aborto, comenzó la vacunación y se aprobó ley jubilatoria). Los ciudadanos se mueven habitualmente mucho menos con la coyuntura y mucho más con los balances acumulativos: qué sensación va dejando una gestión, más allá de un hecho puntual. Por eso es que “la encuesta del día” es engañosa: depende mucho de un suceso positivo o negativo, pero no refleja el “estado de ánimo neto” luego de computarse otros factores.

Que un hecho modifique indicadores claves de la opinión pública —por ejemplo la aprobación del gobierno o la imagen del presidente— no significa que hagan tendencia. Cuando algún improvisado dice “tal cuestión hizo bajar la imagen de xxx”, ergo ya no la levanta, es porque desconoce la dinámica de las percepciones populares. Por eso, suponiendo que la vacunación y la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo hayan ayudado al presidente, no significa que fuesen un punto de inflexión.

Para que exista un punto de inflexión se tiene que producir un encadenamiento de sucesos —positivos en este caso— que consoliden el liderazgo y apunten sobre todo a satisfacer al fiel de la balanza: el segmento moderado / independiente que en 2019 tenían como referentes a Massa y Lavagna, además de creer en el enfoque sosegado de Alberto. Porque los núcleos duros es muy difícil que se muevan pase lo que pase. Por eso, cuando se habla de “la gente está así o asá”, la mirada debe estar puesta sobre los públicos claves.

El presidente inició un punto de inflexión negativo con el caso Vicentin. Luego profundizó la tendencia con una serie de hechos que —a juicio del segmento crítico— le hizo perder la moderación prometida, tanto en estilo como en ideología. Solo pareció haber frenado la baja posprimera carta de Cristina (26 de octubre), dando la impresión que tomaba un poco de autonomía (desalojo de tierras tomadas), Guzmán concentra la conducción económica y el dólar que se calma, poniéndole fichas a la vacunación para generar un cambio de clima e instalar algo de esperanza. Claro que una golondrina no hace primavera y la sucesión de hechos positivos se estancó. Las improvisaciones en las declaraciones públicas sobre la vacunación es obvio que no ayudan y tienden a confirmar percepciones no positivas.

Cuando no se maneja toda la botonera del tablero de control ya de por sí es un problema. Cuando además se aprietan los botones equivocados suenan alarmas. Pero también es cierto que el viento de cola puede ayudar. Alberto le sigue rezando a Santa Soja. Parece que sus oraciones surten efecto porque el pasado martes 12 la cotización alcanzó su máximo en 7 años.

Recurriendo una vez más a Maquiavelo, si se carece de virtud (capacidad de dominar los acontecimientos y realizar el fin deseado) al menos se debe tener fortuna.

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