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Opinión #Opinión

Trump (parte I) Trump y el Trumpismo

Un asalto a la democracia, un presidente insolente y un juicio político. Quizá todo esto y un desenlace que marca el fin de una era y el comienzo de otra.

Hablar del saliente gobierno de Donald Trump y criticar todo lo que ha sucedido durante su gestión ignorando a sus 74 millones de votantes que representan el 50% del padrón en Estados Unidos, satirizándolos, proscribiéndolos. Siendo tildados por las elites intelectuales, políticas y los medios de comunicación; de animales racistas carentes de raciocinio que no pueden comprender la verdad y las buenas costumbres emanadas del poder del estado y sus instituciones democráticas, es un  grave error.

 

 

 

Sería para nosotros muy fácil sumarnos a esta línea de pensamiento institucionalmente correcto. Nos haría muy populares y aceptados en las reuniones sociales más “finas”; ya que nos sumaríamos a una masa mundial tal, que obedeciendo tanto a planteos hipócritas y cínicos como a las sugestiones constantes que repiten los medios de prensa; seriamos como un autista que no puede comprender la profundidad y el peligro a los que nos enfrentamos como sociedad, al negar y querer proscribir estos fenómenos sin entender su motivo.

 

 

 

Debemos mostrar la realidad desde nuestro punto de vista, desnuda de todo sentimentalismo y reglas convencionales estructurales que puedan guiar nuestro pensamiento y comprender qué representó la convocatoria y los posteriores sucesos del 6 de Enero del 2021 en la Ciudad de Washington. Sucesos que devinieron luego de una multitudinaria marcha llamada por Trump para que sus partidarios expresen la negativa a aceptar lo el Partido Republicano y una gran parte de la sociedad consideran un fraude electoral y  una especie de golpe de estado blando que le impidió proseguir en el poder.

 

 

 

Cuando una turba variopinta se escindió de la concurrencia para manifestarse frente al Congreso, al que en última instancias pudieron ingresar provocando destrozos varios y obligando a suspender las sesiones en las que se votaba la confirmación del Demócrata Joe Biden como nuevo Presidente de Estados Unidos. Debemos detenernos y comprender el punto de inflexión en el que nos encontramos y que puede visibilizar la decadencia de occidente, su cultura y su ideología materialista justamente en el centro de poder del país que más la representa: Estados Unidos.

 

 

 

Por un lado debemos decir que a Trump las cosas no le salieron tan bien en la práctica como en sus cálculos mentales ni en esta última jugada de la convocatoria popular para frenar un cambio de gobierno ni en la confianza que puso en sus equipos legales que luego de varias presentaciones judiciales fallaron en convencer a los jueces de que se hagan eco de las pruebas del tan alegado fraude eleccionario. Si bien estas negativas a aceptar las pruebas del posible fraude limitaron los recursos legales para dar vuelta la elección y sus opciones de seguir en el poder. Desde otro punto de vista, tanto estas alegaciones como la marcha del 6 de Enero, crearon la imagen de que el próximo gobierno asume con una sombra de duda sobre su legitimidad, la que se ve acompañada por una complicidad de  todo el stablishment político-judicial que no quiso escuchar al real ganador de las elecciones en Estados Unidos. Esta sombra de duda se extiende sobre la gran mayoría de los votantes republicanos que en un 80% piensan que la democracia está en peligro y que se realizó un golpe blando contra un gobierno, republicano, que fue a su vez traicionado tanto desde adentro como por quienes la gente que considera son las elites que gobiernan Estados Unidos y no querían ver a un extraño terminar con la burocracia y corrupción de Washington.

 

 

 

Con lo cual la derrota de Trump y la humillación publica a la que es sometido junto a sus votantes termina  al fin de cuentas creando un mito que eleva la figura de Trump por encima del resto de la clase política y le otorga la posibilidad de tener una base propia por afuera de su propio partido para crear un tercer movimiento propio. Esto, si es que quiere capitalizar los resultados políticos y los tiempos físicos se lo permiten ya que debemos recordar que Trump tiene 74 años. Con lo que podríamos decir que estaríamos ante el advenimiento de una figura asimilable a la de los Generales Getúlio Vargas en Brasil o Juan Domingo Peron en Argentina y que dio lanzamiento al Movimiento Nacional Justicialista (mejor conocido como Peronismo) donde el 6 de Enero del 2021 sería equiparable al 17 de Octubre de 1945 para los seguidores del Peronismo en la Argentina, siempre salvando las distancias históricas e ideológicas.

 

Sumado a todo esto tenemos la discusión sobre la censura que realizan las redes sociales, que parecerían actuar como aparatos judiciales o agencias de inteligencia paraestatales quienes según sus dichos pretenderían en beneficio de todos nosotros frenar los mensajes de odio. Aunque esta censura sea discrecional olvidando otros casos mucho más graves y que hacen pensar a muchos votantes en Estados Unidos que se los quiere perseguir a ellos y a sus líderes políticos o religiosos sólo por su pensamiento para luego instalar el socialismo en su nación.

 

 

 

Debemos decir que la sed de venganza del partido Demócrata, con sus persecuciones públicas, amenazas y llamados a boicotear y silenciar a los líderes y miembros del partido republicano que no renieguen de Trump, refuerza entre los votantes del presidente saliente, la idea de persecución existencial y la creencia de un golpe y un ataque a sus libertades fundamentales. Y esto no sólo devuelve a Trump al centro de la arena política; sino también genera un combustible que será difícil de contener. Como  una bomba de tiempo de consecuencias desconocidas.

 

 

 

En síntesis, Estados Unidos es un volcán que explotará por las diferencias que dividen a su sociedad y necesitaran de mucha inteligencia y de un Ghandi autóctono que no tienen, para calmar las aguas. De nada servirá la política de juicios o acusaciones contra Trump, tampoco llevarlo a la cárcel. Todo lo contrario, estarán creando un mito y un mártir en una causa que no podrán destruir.

 

 

 

Pero si la represión y la revolución Demócrata tienen éxito habrán sacrificado todos los valores de la libertad y democracia para obtener sus fines, ya que ambos caminos los llevarán a todos unidos de la mano al infierno del caos civil y la autodestrucción y de esta forma veremos el comienzo de la caída de Estados Unidos y de la libertad en el país más poderoso del mundo.

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