Además de ser un trastorno orgánico, esta patología tiene un efecto psicológico importante, además del efecto social porque el que sufre esto empieza a especular tanto en actitudes como en relaciones por el solo hecho de saberse impotente.
Y es más común de lo que uno cree porque entre un 5% y un 20% de los hombres tienen algún grado de disfunción sexual que va de leve a grave. Además de la estadística real hay una estadística oculta que corresponde a quienes no se están dando cuenta que la padecen o porque esconden su disfunción.
Veámoslo de otro modo: Un paciente tiene una fractura, lo enyesan y anda mostrando el yeso a sus amigos, haciéndoselo firmar a todo el que lo desee. Quien tiene una disfunción, muchas veces la esconde porque la considera vergonzante.
Hay veces que la disfunción tiene una causa primaria, otras veces está alertando sobre la existencia de otro u otros problemas de base tales como trastornos cardiovasculares, insuficiencias vasculares, hipertensión o trastornos metabólicos del orden de la diabetes o la obesidad. Es decir, que la disfunción eréctil puede estar alertando de otra patología concomitante.
¿Cómo se diagnostica? El profesional médico especialista, realizará un examen básico exhaustivo. Al paciente se le preguntan antecedentes, si se medica, se verá si sufre obesidad, habrá un control de la presión. Siempre es necesaria en estos casos una evaluación cardiológica para saber qué medicación se puede usar con ese paciente.
El médico averiguará si ha tenido antecedentes traumáticos, si está en control endocrinológico; y muy importante, saber si hay pérdida de deseo con lo que nos enfocamos a buscar causas de tipo hormonal.
Por supuesto que con los avances médicos hoy en día existen pruebas muy específicas; pero que se aplican cuando hay impotencia total ( que es el tema de nuestra próxima nota y donde se hace Eco Doppler Peneano, y otras pruebas).
El Urólogo solicita también laboratorios de rutina que incluyen también hormonas y función hepática. Se pide el marcador de cáncer de próstata, porque la disfunción eréctil y esta patología suelen estar asociadas. También el colesterol o triglicéridos, porque la grasa en sangre alterada también afecta. Además de que los triglicéridos están asociados muchas veces a la función sicológica. Además de azúcar para descartar diabetes, y tiroides.
Para los urólogos, además del cardiólogo; el endocrinólogo y el diabetólogo son en estos casos nuestros grandes aliados.
Y un dato muy nuevo: En mi consulta hace un tiempo comencé a pedir el dosaje de vitamina D, ya que recientemente se ha descubierto que esta participa en la función sexual en forma importante. Bienvenido el Sol, no sólo contra el COVID.
¿Cómo se trata?
Antes que nada, recuerde siempre que absolutamente todo, desde el diagnóstico hasta el más mínimo tratamiento o medicación, debe estar supervisado por un médico. Puntualmente por un especialista. Caso contrario Usted se arriesga a que “el remedio sea peor que la enfermedad”. Mucho peor.
Los médicos buscamos la causa de base para corregirla. Si corriges la causa de base y la disfunción sexual persiste se utilizan fármacos que se llaman “inhibidores de la fosfodiesterasa”(Tipo V) y de acuerdo al tipo de disfunción que se manifieste, edad , comorbilidades, etc se elige el medicamento a utilizar.
Medicamentos que le pueden llegar a recetar son el Sildenafil, los Tadalafil, Taldenafil y en casos más severos se pueden usar drogas más activas intracavernosas a través de inyecciones en el pene. Esto es terapéutico .
¿Se cura? He aquí la buena noticia: Se puede llegar a sanar prácticamente al 100% de los pacientes. La gran mayoría de las disfunciones sexuales se revierten.
Algunas recomendaciones: Abandone hábitos tóxicos como cigarrillo y alcohol. Duerma bien, haga actividad física.
Y tome sol. Bienvenida nuevamente, vitamina D.
