De pequeña, Camila fue una niña hiperactiva con ganas de aprender y vivir nuevas aventuras, incluso ese espíritu nato la acompaña hasta estos tiempos.
Sus estudios inició a corta edad en una escuela pública de la ciudad Capital, luego en cuarto año un cambio de aires la colocó en el colegio Espíritu Santo del B° Ejército Argentino donde completó no solamente su educación básica sino también sus estudios secundarios en su adolescencia.
Como cualquier joven a su edad comenzó a explorar carreras como el profesorado de inglés, que cursó hasta cuarto año, abogacía en la universidad y actualmente, se encuentra desandando el profesorado en Ciencias de la Educación en cuarto año.
Su vida transcurrió no solamente memorizando leyes, hablando en inglés, analizando los fenómenos educativos o entre las páginas de libros teóricos, pues posee un amor indescriptible por los animales. Sentimiento que la llevó a recibirse de auxiliar de Veterinaria en Córdoba. La protagonista de esta historia no sabe si considerarse una proteccionista independiente, ya que las veces que realizó rescates de animales lo hizo de forma solitaria y desinteresada y en otras oportunidades con amigos que la ayudaban a mejorar la calidad de vida de los animalitos callejeros a la hora de darlos en adopción. Además es dueña de un compromiso ambiental que la llevó a ser una vegetariana orgullosa.
De niña pudo ver diversas realidades que no se asemejaban a la suya. Esto movilizó dentro suyo el más puro sentimiento de empatía, combinado con una solidaridad cargada de sonrisas y predisposición, buscando compartir lo poco o lo mucho que puede brindar hacia la comunidad que lo necesita. La curiosidad la llevó de forma autodidacta a buscar las formas de ayudar a cuanta persona con necesidades se cruce en su camino.
Integró una organización política disfrazada de solidaridad, motivo que la llevó a alejarse de la misma, porque si hay algo que Camila tiene claro es que la política y la solidaridad, lamentablemente no van de la mano.
Los conflictos y la crisis vivida a más de trece mil kilómetros en Siria la llevó a querer anotarse como voluntaria en la Cruz Roja, pero por cuestiones personales no pudo lograr su objetivo, lo que la llevó a centrarse en Santiago del Estero, para comenzar a desandar los caminos de la solidaridad a la cual tanto se aferra y lleva como filosofía de vida todos los días.
Las injusticias de la sociedad la sensibilizan muchísimo, y a veces siente impotencia porque, quienes velan por el prójimo saben que la ayuda nunca es suficiente para brindar condiciones dignas a los necesitados. El camino arrancó con poco, pero decía mucho con jóvenes estudiantes y profesionales movilizados por ayudar a como de lugar, en un proyecto que surgió en agosto del año pasado mediante una simple encuesta en Instagram que fue el inicio de esta loable tarea.
El tiempo pasó y la ayuda fue un puente para generar vínculos afectivos con cada persona, contenerlas, hablarlas, escucharlas, aconsejarlas y conocerlas, porque detrás de cada ayuda, para Cami y su grupo siempre primó el ser humano por sobre todas las cosas, esa es su primera razón, siempre.
Comienzos de clases, días del Niño, navidades y años nuevos son los eventos donde más ayuda y colectas pueden realizar, aunque esto no implica que en la cotidianeidad Camila no se mueva, piense o desarrolle proyectos para aportar su granito de arena en la sociedad, y muchas cosas más.
Lamentablemente la pandemia frenó los encuentros y las misiones de ayuda solidaria que esta santiagueña en conjunto con otros jóvenes llevaban a la comunidad. Sin embargo incluso en estos tiempos difíciles continúan recibiendo donaciones que, seguramente llegarán a manos de quienes realmente necesitan porque la movida sigue, y seguirá. Detrás de cada colecta hay un trabajo mancomunado que incluye a los voluntarios yendo a retirar a domicilio las donaciones para luego iniciar el proceso de selección, separación y clasificación de las mismas para las futuras donaciones.
Camila lidera un grupo de personas nobles y se siente orgullosa de lo que generó aquella lejana encuesta de Instagram. Motivos sobran.
