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Opinión #Prevención

Grooming: ¿Qué hacemos los padres?

¿Nos concientizamos realmente de la gravedad de este problema y de sus consecuencias?

Días pasados fue lanzada la Campaña Nacional de Concientización y Prevención contra el Grooming, acoso cibernético que dejan graves secuelas psicológicas —y muchas veces físicas— en las víctimas, que son nuestros niños, niñas y adolescentes, campaña que fue pergeñada por distintos organismos del Estado con la valiosa ayuda de diversas ONG y en la que numerosos medios de comunicación comprometieron su colaboración para la difusión de esta noble tarea que tiene como único objetivo proteger a la infancia, del vil accionar de inescrupulosos pederastas.

Tras anoticiarme de dicho lanzamiento celebré —como muchas otras personas— que haya acciones dirigidas a concientizar y prevenir la salud psicológica y física de nuestros menores, porque el Estado y muchas entidades comprometidas con la temática dijeron presentes y dieron muestras de ocuparse de una cuestión sumamente importante, ya que el acoso cibernético ha tenido un preocupante incremento en los últimos años.

He sido testigo, aquí en Santiago del Estero, del accionar de la Justicia y de la Policía en perseguir a quienes incurren en este tipo de delitos, poniendo tras las rejas a varios de ellos e incluso hubo casos que terminaron con condenas a los acusados. Es decir que a través de los fiscales, jueces y efectivos policiales el Estado cumplió en ubicar a los acosadores sexuales, quienes luego fueron sometidos al pertinente proceso penal, brindando respuestas —de esa manera— a la comunidad.

Y no solo de eso se ocupó el Estado, sino también brindó contención a las víctimas, a través de gabinetes interdisciplinarios, buscando remediar el daño causado a las víctimas y también a las familias de estas. Y en estas cuestiones también estuvieron presentes varias entidades y ONG comprometidas en la lucha por la protección de la infancia.

Ahora bien, esta última campaña habla de concientización y prevención, y según veo está dirigida especialmente a los padres y quienes tienen a su cargo la guarda de los menores. Me pregunto como padre y abuelo: ¿Nos concientizamos realmente de la gravedad de este problema y de sus consecuencias?, y sigo preguntándome: ¿Qué hacemos para prevenir este grave delito? ¿Hablamos con nuestros hijos y nietos sobre el peligro que se cierne sobre ellos en Internet, por el mal uso que se hace del mismo?, ¿O dejamos en manos del Estado y de las ONG esa tarea que debiera ser exclusiva de la familia?

Entiendo también que en estas épocas que vivimos, padre y madre deben salir a trabajar para poder brindar a sus hijos una mejor calidad de vida y que muchas veces al llegar al hogar estemos cansados como para conversar con nuestros hijos, respondiéndoles “ya hablaremos en otro momento”. Ese otro momento puede ser tarde, nuestros menores necesitan ser escuchados y guiados, no dejemos de lado nuestra primera responsabilidad que son los hijos, porque después de nada sirve lamentarnos, porque el daño ya habrá estado hecho.

Abogo porque las palabras concientización y prevención sean siempre tenidas en cuenta por nosotros, los padres y abuelos. Nuestra niñez lo agradecerá.

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