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La Provincia #VecinosQueSonTapa

Sonia, la vecina que demuestra que ayudar al otro es un acto de amor

Con su merendero y su centro de ayuda vecinal, desde hace más de 10 años que recorre las calles de la cuna de Poetas.

Agrandar imagen En el barrio El Paraíso, Sonia Delibasich (55), es un claro ejemplo de como la empatía y la solidaridad caminan por esas calles.
En el barrio El Paraíso, Sonia Delibasich (55), es un claro ejemplo de como la empatía y la solidaridad caminan por esas calles.

En los barrios de La Banda son muchos quienes día a día buscan dar todo lo que tienen disponible para poder ayudar al otro, al que está al lado y que muchas veces no se lo conoce, o no se sabe qué clase de situaciones puede estar pasando.

Ante esto la empatía es una herramienta fundamental que acerca las personas a la humanidad, ese acto tan noble que permite pensar en que el mundo no es tan injusto después de todo, cuando en el camino aparecen personas como estas.

En el barrio El Paraíso, Sonia Delibasich (55), es un claro ejemplo de como la empatía y la solidaridad caminan por estas calles.

Desde hace varios años que cuenta con un merendero y un espacio de comunidad vecinal para tratar las problemáticas o necesidades que los vecinos afrontan.

“Tengo un centro barrial desde hace cuatro años, es un merendero también en donde se daba talleres a las mamás de costura, corte de cabellos a los niños, preparativos para Navidad, teníamos tres chicas que estaban predispuestas a ayudarle en las tareas escolares a los niños, he sido 10 años promotora territorial de la Nación, tengo un trabajo territorial muy extenso, una porque me gusta muchísimo lo que es el otro, la posibilidad de ayudar al otro”, indicó Sonia, que a su vez destacó: “Mi barrio es de gente muy linda, trabajadora”.

Sonia conoce a sus vecinos, y eso se le debe a todos esos años que a pesar del viento, la lluvia y el sol ella salía casa por casa para saber de qué forma y en qué manera podía ayudar a los demás. Esto valió un cariño muy especial no solamente dentro de El Paraíso sino también dentro de los barrios próximos.

“Me conocen tanto aquí, los vecinos me solicitan por diversas cuestiones y no puedo hacer la vista gorda, porque siempre que se pueda ayudar hay que hacerlo”, explicó.

Sobre los vecinos a los cuales asiste dijo: “Son 17 familias aquí, por lo cual estamos haciendo cenas 3 veces a la semana, que lo administramos en base a los recursos con los cuales contamos”.

En este orden se le consultó a Sonia sobre la satisfacción que le deja por ayudar a los demás y contó que “se corten el cabello y que venga el hermano menor y que le podamos dar ropa, y que la próxima vez puedan volver con la ropa que uno le ha regalado es algo muy hermoso. Antes de la pandemia se hicieron una gran cantidad de actividades para poder brindarles los beneficios a todos los vecinos, pero ahora con el tema de la pandemia tuvimos que frenar una gran cantidad de actividades que la esperamos realizar una vez que esto pase”.

La asistencia desde lo alimentario no fue el único eje de Sonia también se dedicó a la concientización de todo tipo de violencias: “Antes dábamos charlas para tratar el tema de la violencia, no solamente en las mujeres sino también en los niños, visitando las casas, hablarles, enseñarles las cosas de las escuelas. Uno desde lo poquito que pudo hacer siente que ha cambiado un poco la realidad de estos niños”.

Finalmente sobre los proyectos que piensa desarrollar a futuro comentó: “Me encantaría seguir con el comedor, pero que los niños coman en su casa, con su familia, gracias a Dios tengo un patio lindo en donde puedo cocinarles y que traigan sus recipientes y que lleven a sus casas. Lo que me encanta es hacerle un seguimiento para que estudien y seguir ayudándolos medianamente para que ellos tengan la comida. Por lo tanto ellos van a poder dormir con la ‘pancita’ llena todos los días”.

Sonia es de esas mujeres que en cada gesto deja en claro que lo único que salva a la sociedad es el amor por el otro. En el barrio El Paraíso, el nombre de Sonia recorre las calles, pasea por cada casa y se pronuncia en cada vecino. Ante las dificultades que puede haber agravado esta pandemia, en este barrio saben que la fuerza y la voluntad de poder cambiar lo impensado es sinónimo de mujer, mujer que no se niega a tirar la toalla y que si se necesita ayuda ella tendrá dispuesta su corazón para escuchar.

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