Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión #Análisis

Tonto el que lee

Agrandar imagen Pero hace tiempo he empezado a comprender que una cosa es leer y comprender algo, y otra muy distinta es creerme con responsabilidad para enfrentar un área determinada
Pero hace tiempo he empezado a comprender que una cosa es leer y comprender algo, y otra muy distinta es creerme con responsabilidad para enfrentar un área determinada

Hace unos 20 años fui invitado a presenciar un debate político en otro país. Era en español, entre latinos que se habían radicado allí y ahora militaban en distintos partidos. Para variar, a la hora de las preguntas levanté la mano.

No sé qué formación tenía el muchacho al que interpelé. Recuerdo que le pregunté al que me había invitado quién era el sujeto y qué hacía. Mi amigo solo atinó a responder: “No sé, pero está mejor relacionado que yo porque hace un trabajo similar al mío, pero gana mucho más”.

El sujeto había emitido algunas opiniones que más parecían salidas del viejo Billiken (una revista de temas escolares en la era pre Internet) que de la realidad. Era un rejunte de titulares, opiniones mezcladas de varios comentaristas y, me dio también la impresión, lectura de libros sin guía y varias horas de charlas de café. Terminó su contestación a mis planteos con una frase que con mis colegas hemos escuchado mucho a lo largo de nuestras carreras: “Porque yo leí mucho de economía” (o de administración, o de marketing, etc...).

Y bue, leer es bueno, te cultiva, enriquece tu dialéctica. Y te puede llegar a embrutecer.

Porque una cosa es leer mucho sobre un tema y la otra es comprenderlo. En un caso te llenas de conocimiento, en el otro lo puedes aplicar. Formarse en un tema implica pensar según las dinámicas que imponen esas áreas. No es lo mismo cómo razona alguien que se formó en medicina que el que lo hizo en derecho o en ciencias exactas. Dedicarte mucho tiempo a un tema afecta tu conducta en ese sentido.

En otras palabras, hay gente que estudia economía y hay economistas. Lo que te define, más allá del conocimiento, es la forma en que aplicas un razonamiento.

A esta altura debes estar pensando: “Kriscautzky desbarrancó. ¿Cómo me va a decir que lea menos?”.

Nada que ver. Quienes me conocen saben que amo leer como un niño los dulces. Pero hace tiempo he empezado a comprender que una cosa es leer y comprender algo, y otra muy distinta es creerme con responsabilidad para enfrentar un área determinada. Es algo en lo que en algún momento todos caemos en la profesión de consultor; algunos en nuestros comienzos y otros... bueno, ya hablamos de los “Copiar y Pegar” en una nota anterior.

Así como el político de mi anécdota, también hay una tendencia en algunos recién graduados en Ciencias Económicas a dedicarse a la consultoría apenas recibidos, sin haber ganado experiencia en el terreno. En estos casos, en algún momento terminan dándose un baño de humildad al toparse con una realidad que suele superar a la teoría. O luego lo sufren sus clientes. Hasta que aprendí la lección me ha pasado varias veces.

Estos personajes les pueden parecer bastante familiares en otros ámbitos de la vida, es cierto; pero en esta columna me dedico solo a cuestiones consultoría y emprendedorismo.

Y uno suele encontrarse con esta gente en algunas negociaciones. Cuando los identificamos, por un lado nos preparamos para no perder los estribos, por el otro pensamos en inglés “potatoes for the parrot” (papita pa’l loro), porque alguien que sabe es un contendiente difícil; pero alguien que cree saber solo porque ha leído, es un contendiente que termina sirviéndote como aliado.

En su momento, en aquel debate y ante el “leí mucho de economía” que recibí por contestación, pensé: “bueno, a mí me encanta leer de medicina y biología, pero eso no me hace médico”.

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso