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Opinión #Tensiones

La flotilla que hace peligrar la paz en América Latina

Venezuela, una potencia petrolera poseedora de los depósitos mundiales más grandes de crudo está sumida en una crisis aguda de abastecimiento de nafta por lo que se ha visto obligada a depender de su aliado Irán para mantener la economía en movimiento durante el 2020

Agrandar imagen El 4 de agosto de este año llegaba información de inteligencia al Departamento de Estado de los Estados Unidos, de que se estaba preparando en el puerto iraní de Shahid Rajee un nuevo convoy compuesto por tres petroleros de bandera iraní llamados Fax
El 4 de agosto de este año llegaba información de inteligencia al Departamento de Estado de los Estados Unidos, de que se estaba preparando en el puerto iraní de Shahid Rajee un nuevo convoy compuesto por tres petroleros de bandera iraní llamados Fax

Mientras que hace diez años la producción petrolera venezolana se estimaba en más de 2 millones de barriles diarios, durante este año ha disminuido a menos 700 mil barriles por día. Esta situación es debida al deterioro que se puede adjudicar a las políticas industriales fallidas implementadas por el gobierno bolivariano junto a un alto nivel de corrupción, a la alta inflación y la pérdida de nivel de sueldos, y a las purgas políticas que llevaron a ingenieros y profesionales del sector a emigrar del país con el consiguiente deterioro que ello acarreó. Además de la falta de inversión y mantenimiento de infraestructuras, situación que se vio agravada por el embargo americano que privó a Venezuela de la tecnología necesaria para reemplazar instrumentos dañados; lo que produjo la salida de servicio de varias refinerías.

Agregando a esto que la caída de los precios mundiales de petróleo y el embargo para la compra de este insumo que impuso durante 2019 Estados Unidos aceleró el derrumbe productivo, cuyos efectos más visibles fueron la imposición por parte de Venezuela de restricciones a la venta de combustible permitiendo cargar solamente 20 litros semanales por automotor.

Frente a esta situación inédita y ante la necesidad de sostener la demanda interna y reparar la capacidad de destilación para poder recuperar fondos provenientes de su única exportación, el gobierno de Maduro decidió pedir ayuda a su socio y aliado ideológico, el gobierno de Irán. Ayuda que se materializó mediante las personas consultadas en el Departamento de Justicia de Estados Unidos con un convenio de importación entre la Compañía Estatal de Petróleo Venezolana (PDVSA) y el empresario Mahmoud Madanipour, supuestamente afiliado a la Guardia Revolucionaria y quien actuaría en nombre de Mobin International Ltd., una firma con cuentas bancarias asociadas a los militares iraníes.

El primer envío, que se mantuvo en secreto, arribó al puerto-destilería de El Palito conteniendo 1,5 millones de barriles de gasolina a finales de mayo de este año y consistía de 5 buques petroleros. Acontecimiento que fue celebrado por el ministro de Petróleo de Venezuela, Tareck El Aissami y fue condenado por Estados Unidos que prometió detener este flujo petrolero por violar las sanciones impuestas a Irán; aunque al mismo tiempo trataban de debilitar al régimen bolivariano con el fin de producir un cambio de gobierno.

Es en esta situación que a principios de julio del presente año el gobierno de Estados Unidos presentó un pedido a los tribunales federales de su país para detener una parte de un nuevo convoy de 9 buques que se dirigían desde Irán a Venezuela y así decomisar una carga que consistía en 1.100.000 barriles de petróleo que era transportado por de cuatro petroleros de bandera griega denominados El Bella, Bering, Pandi y Luna; cuya carga estaba valorada en 50 millones de dólares.

El Comando Central de la Marina de Estados Unidos abordó los petroleros en una zona no identificada de mar abierto y trasvaso su carga a barcos americanos que trasladaron el combustible al puerto de Houston. Mientras que los otros cinco barcos del grupo de bandera iraní, que eran acompañados por barcos de la inteligencia iraní perteneciente a la guardia revolucionaria (IRGC) se les permitió continuar su viaje.

Este hecho provocó una protesta de Irán en las Naciones Unidas en las que acusó a Estados Unidos de realizar actos de piratería, amenazar la seguridad y el derecho internacional impidiendo el comercio legal en aguas internacionales debido a que estas acciones contravienen la carta fundacional de Naciones Unidas.

El 4 de agosto de este año llegaba información de inteligencia al Departamento de Estado de los Estados Unidos, de que se estaba preparando en el puerto iraní de Shahid Rajee un nuevo convoy compuesto por tres petroleros de bandera iraní llamados Faxon, Forest y Fortune que partirían a Venezuela llevando 131.000.000 litros de gasolina y que ya habían sido parte del anterior convoy interceptado en Julio.

De acuerdo a las fuentes consultadas, Inteligencia Naval de Estados Unidos esperaba que los buques cruzaran el Canal de Suez (ya que el Convenio de Constantinopla de 1888 regula la apertura del uso del mismo para todo país que no se encuentre en guerra con Egipto, aunque las autoridades americanas mandaron memos al gobierno egipcio solicitando se les informe apenas esos buques cruzaran por dicho paso), para luego navegar por el Mediterráneo y así dirigirse cruzando el Atlántico, utilizando la ruta entre Granada y Trinidad-Tobago para entrar finalmente en la zona económica exclusiva de Venezuela en un viaje aproximadamente de 20 días. Utilizando la misma ruta por la que navegó la flotilla de julio.

Pero los buques desaparecieron de las pantallas del radar desde su salida de puerto, debido a que apagaron sus geolocalizadores a fin de no ser detectados y así dificultar su cacería. Los mismos nunca llegaron a Suez.

La búsqueda y el misterio de su paradero continuaron hasta que el 10 de este mes fueron localizados por un error cometido por el Forest cuando se encendió su localizador mientras se desplazaba por la Costa de Sud África cerca de Cape Town en dirección al Atlántico Sur, según informan las fuentes consultadas.

La pregunta que surge es:

¿Nuevamente Estados Unidos intentará tomar por asalto a los buques iraníes que vienen por esta nueva ruta, a pesar que en este momento solo tienen desplegados en el Caribe 7 navíos no ofensivos: CG Northland, CG Valiant, CG Isaac Mayo, USS Sioux City, USS Shamal, USS Nitze y USS Pinkney; y de los cuales 3 son menores por pertenecer a su Guardia Costera; mientras que los otros cuatro son buques de guerra?.

¿Mandará una flota naval con capacidad de fuego y se arriesgará a una batalla naval sabiendo que el Comando Bolivariano ya tiene preparados aviones de combate y fragatas de guerra para brindar seguridad extra a esta flotilla a fin de que no sea incautado el tan preciado petróleo?

Si Estados Unidos decide tomar el riesgo de mandar una flota naval con capacidades combativas o pide ayuda a Brasil o Colombia que son considerados países hostiles al régimen de Caracas; nos enfrentaremos a la posibilidad cierta de una escalada militar en la región que puede devenir en la primera guerra Latinoamericana del Siglo XXI.

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