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La Provincia #EspecialHistorias

Edith Stein, filósofa, defensora de la dignidad de las mujeres y santa

La historia de vida, de una mujer que sufrió en carne propia, el martirio por su origen judío. Hoy es venerada. Por Cintia Suárez, destacada escritora santiagueña

Edith Stein es el testimonio de vida de una mujer que logró ser la primera filosofa de Alemania, y luchó por los derechos de las mujeres. Edith encarna una historia de conversión, sufrió en carne propia el martirio por su origen judío. Hoy es venerada como santa católica.

 

 

Edith nació en el seno de una tradicional familia judía alemana, desde muy pequeña fue cautivada por la ciencia, en especial por la filosofía. Su hermana Berna Stein recuerda que Edith “tenía una memoria formidable y todo lo retenía”.

 

 

Cuando Edith ingresó a la universidad de Breslau, se vio atraída por el mundo de la filosofía y al cursar materias como psicología, declaró que sufrió una crisis de su fe judía, sin embargo en uno de sus libros escribió que desde la adolescencia no tenía argumentos para seguir adelante en una tradición religiosa, que no le daba respuestas. Durante su formación académica, Edith atravesó una crisis de fe que la llevó a vivir un período de ateísmo y otro de agnosticismo. Estas crisis de fe, desencadenarían en una conversión al cristianismo y en 1922 Edith fue bautizada en la Iglesia Católica. Fue un escrito de Santa Teresa de Ávila el que iluminó el espíritu de Edith y la llevó a acercarse al cristianismo, pero también estuvo influenciada por lecturas de San Agustín, Santo Tomás y hasta San Ignacio de Loyola.

 

 

El hecho de que Edith ingresara a la universidad, la llevaría a ser una de las pioneras de su género en acceder a la educación universitaria, era una alumna sobresaliente y por eso el mismo Bertahl Russel, el padre fundador de la fenomenología, la tomó como su ayudante de cátedra.

 

 

En 1933 mientras Edith daba clases el Instituto Alemán de Pedagogía en Münster, comenzó a llegar a sus oídos todas las crueldades del régimen nazi contra los judíos. Estos acontecimientos la movilizaron a escribir una carta al entonces pontífice Pío XI el 12 de abril de 1933, donde solicitaba la manifestación del Papa respecto de la persecución judía y los horrores del nazismo; pero solo recibió una bendición papal a modo de respuesta.

 

 

Los pensamientos y escritos de Edith habían comenzado a tener una gran repercusión en la sociedad alemana; alzó su voz con discursos a favor de la dignidad de las mujeres y se consagró como una ferviente defensora de la lucha del voto femenino. Sin embargo el avance del nazismo calló a Edith y le prohibió que se expresará en cualquier medio.

Desde años anteriores el interior de Edith se movilizaba en una dirección, una vocación nuevamente tocaba su puerta, había decidido que era el momento de ingresar al Carmelo y convertirse en Carmelita Descalza. Teresa Benedicta de la Cruz, fue el nombre que tomó junto a sus votos como monja. Preocupadas por la persecución de los nazis Edith y su hermana estaban decididas a huir desde Holanda a Suiza, sin embargo no pudieron. En ese momento Edith expresó: “Ven Rosa, vamos a ir por nuestra gente”.

 

 

A pesar del intento por proteger a las hermanas Stein, fueron arrestadas y obligadas a estampar la Estrella de David en sus ropas. Edith y Rosa fueron detenidas y llevadas primero al campo de concentración de Holanda donde la filósofa se dedicó al consuelo y asistencia de los moribundos y luego les esperaba un tenebroso destino. El 7 de agosto de 1942, Edith viajaba junto con otros mil presos al campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. Allí sufrió el martirio de la cámara de gas que se cobró la vida de Edith.

 

 

En 1998 Edith fue declarada Santa por el papa Juan Pablo II y posteriormente considerada “copatrona de Europa”, fue el martirio que experimentó en su último aliento el que la elevó a las altares.

 

 

Edith marcó un antes y un después del rol de la “Mujer” de Alemania de principios del siglo XX, en las conferencias que ofrecía se esforzaba por revalorizar a la mujer. Ella consideraba que no eran suficiente las exigencias de los movimientos feministas sino que propuso una “teología para las mujeres”. Edith promovía el desarrollo profesional y la educación universitaria para las mujeres, siendo ella una de las pioneras en el acceso a una formación universitaria, firmemente expresaba la necesidad de que las mujeres no solo cumplieran un rol dentro de la familia. En uno de sus libros escribió “el objetivo que consiste en el desarrollo de habilidades profesionales, objetivo al que es bueno aspirar con el interés de un saludable desarrollo de la personalidad individual, que también se corresponden con las demandas sociales que requieren la integración de las fuerzas femeninas en la vida del pueblo y del Estado”.

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