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Opinión #PerversoNarcisista

Como un tragamonedas

Es un juego en que una pequeña inversión abre la posibilidad de ganar un Gran Premio, y no imaginamos ni por un instante que el presionar la palanca puede llegar a ser el inicio de un problema a futuro

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Víctimas de los perversos narcisistas

Reforzamiento intermitente: ¿Alguna vez te preguntaste por qué son tan adictivos los tragamonedas?

Los tragamonedas poseen estímulos que llaman nuestra atención: las luces, la música, los brillos, el sonido de las monedas cayendo, todo eso potencia la activación de nuestros cinco sentidos.

Es un juego en que una pequeña inversión abre la posibilidad de ganar un Gran Premio, y no imaginamos ni por un instante que el presionar la palanca puede llegar a ser el inicio de un problema a futuro. El tiempo que transcurre entre la apuesta y el resultado es muy corto, lo que facilita el proceso de hacerse adicto a este juego.

El jugador tiene la ilusión de que mientras más monedas invierta, mayores serán sus posibilidades. Cuando siente que está cerca de ganar, aunque en ese preciso momento esté perdiendo, querrá seguir jugando para materializar la ilusión que visualizó en su cabeza, de ver esa máquina soltando el “jackpot” con su lluvia de dinero. Así que seguirá apostando ahí, hasta ganar (o hasta perderlo todo).

Algo parecido sucede con las víctimas de los perversos narcisistas. Es que ellos las han sometido a un arsenal de juegos y manipulaciones. Entre todas ellas hay una de una extraordinaria potencia, ya que vuelve a la presa codependiente del abusador.

El reforzamiento intermitente es lo que explica por qué los jugadores se hacen adictos a los tragamonedas. Los niños y adolescentes no pueden dejar de jugar al Fortnite en las consolas de videojuegos, y las víctimas no pueden salir del ciclo de abuso.

Según el condicionamiento clásico, en los estudios del conductismo si a una conducta le sigue un estímulo positivo, esta va a tender a reforzarse a lo largo del tiempo. Mientras que si a una conducta le sigue un estímulo negativo o ninguna respuesta, esa conducta va a tender a desaparecer en un período de tiempo.

¿Pero qué va a suceder si el premio empieza a llegar de manera arbitraria, sin control, y de una forma impredecible?

La persona va a seguir jalando de la palanca con la ilusión de que alguna vez le vuelva a llegar la recompensa. Se va a ir haciendo de manera progresiva adicta a la dispensadora del premio.

Así, es como el narcisista toma las riendas de la vida de su víctima: sometiéndola y confundiéndola hasta que, atrapada en las garras del abusador, empieza a hacer contorsiones para no ser castigada con la indiferencia o la humillación; y a la espera de que alguna de sus acciones la lleven a reencontrarse con la persona tan “maravillosa”, “amorosa” y “encantadora” que había conocido en la etapa del “bombardeo amoroso” al inicio del vínculo y que sirvió de anzuelo para posibilitar la intermitencia.

El narcisista se aprovecha de la necesidad humana de atención y afecto, y de una de las ansiedades básicas ancestrales: el miedo al abandono. A esta altura, la víctima ya está sometida, llena de miedo y ansiedad por lo impredecible que puede llegar a ser su compañero.

Ej: El narcisista te visita todos los sábados. Cuando llega ese día, ya tienes expectativas de que lo vas a ver, de que vas a compartir un buen momento con esa persona tan especial para vos, y así ya está creado el mecanismo del condicionamiento positivo. Pero luego de ese período, sin ninguna explicación ni motivo aparente, deja de visitarte los sábados y vos te preguntas si hiciste o dijiste algo que le pueda haber molestado; pero el narcisista aparece a los tres días como si nada y ahí te tranquilizas y piensas que tu cabeza te está jugando una mala pasada. Te sientes ansiosa/o y muy insegura/o. Y ahí él vuelve a desaparecer y entra en escena a la siguiente semana un miércoles. De esta manera, logra que estés siempre pendiente, en tensión, deseando su presencia. Así es como logra mantenerte expectante de manera permanente. Aparecerán muchos momentos de perturbación, angustia y ansiedad, ya que la víctima siente que no tiene ningún control sobre sí misma. Está sometida a los tiempos del narcisista.

La alternancia de momentos de euforia y seducción seguida de momentos de indiferencia y menosprecio crea la dependencia afectiva patológica. Esta es la base del vínculo traumático de traición: un nudo emocional en donde solo la víctima siente apego patológico por su abusador.

Es importante poder detectar el reforzamiento intermitente de manera temprana y así no tener nunca más una agenda abierta con este tipo de personas que juegan con tu tiempo. Los manipuladores se valen del lenguaje abierto y ambiguo para no hacerse cargo de lo que dicen y de lo que hacen.

En un buen vínculo, el tiempo siempre tiene que estar acordado por ambas personas. No dejes que jueguen con vos.

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