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La Provincia #ColumnaAdultosMayores

Adultos mayores y pandemia

El proceso de aislamiento de una persona mayor de 60 años incluye una complejidad necesaria de atender. (Por Rosa Soria, titular del Foro de Jubilados de Santiago del Estero)

Es de público conocimiento el incremento exponencial de casos positivos de Covid-19 en nuestro territorio provincial, y como consecuencia de ello existe una gran posibilidad de entrar en una fase de transmisión comunitaria, aunque esperemos que Dios así no lo disponga.

 

 

En razón de ello, y ante la falta aun de numerosos resultados de hisopados ya realizados, es que desde el Gobierno de la Provincia, dispuso el aislamiento obligatorio desde las 18 hasta las 8 del día siguiente, salvo pocas excepciones extremadamente esenciales.

 

 

De esta manera la población, incluido los adultos mayores, comenzamos una nueva etapa de cuarentena obligatoria, privándonos nuevamente del ejercicio de numerosos derechos tendiendo al resguardo del mas primordial y fundamental, el derecho a la vida.

 

 

Según un informe emitido por la ONU en mayo de este año un 95% de los fallecimientos ocurridos en Europa a causa de Covid-19 corresponde a mayores de 60 años, en China el 80%, en EE.UU. los mayores de 65 años corresponden al 85% de los casos, afirmando también que los mayores de 80 años poseen una tasa de mortalidad 5 veces mayor que el resto de la población en referencia al coronavirus.

 

 

Al respecto es dable afirmar es que el adulto mayor forma parte de un grupo etario clasificado como sector de alto riesgo respecto a la posibilidad de contagio y el efecto que en la salud causa el nuevo coronavirus, pero no por el hecho de su avanzada edad en sí misma, o por tener 60, 70 u 80 años, sino que un gran porcentaje de ese sector poblacional posee ya enfermedades crónicas de base, o distintas afecciones a la salud, cuya existencia producen un detrimento o menoscabo en el sistema inmunológico, lo que conlleva a una mayor posibilidad de exposición y de contagio, y en razón de ello es indudable que las medidas de prevención y aislamiento deben ser más estrictas y acatadas a raja tabla.

 

 

Pero más allá de la posibilidad real de contagio y agravamiento del estado de salud, existen otros problemas centrales, silenciosos, y hasta el día de hoy fuera de la opinión pública, que consiste en los efectos y consecuencias drásticas del proceso de aislamiento de la persona mayor de edad.

 

 

La falta de información tanto como la sobreinformación y la desinformación lleva a una persona, y más a un adulto mayor, a contraer pensamientos, ideas y conductas que ante la duda e inseguridad de los datos que posee, terminan siendo ineficaces y hasta innecesarias, generando un desgaste sin sentido en la rutina de la persona mayor, por lo tanto es fundamental que tratemos de instruirnos en base a fuentes oficiales, avaladas científicamente y principalmente provenientes del gobierno, ya que son estas en las que se basan las medidas obligatorias adoptadas para toda la población.

 

 

La inactividad es otra consecuencia drástica que produce el aislamiento social, ya que el adulto mayor necesariamente debe permanecer dinámico, activo, en constante desempeño de funciones y conductas que estimulen el cerebro y el cuerpo, teniendo al sedentarismo como un gran enemigo de la persona de avanzada edad, y en razón de ello es que debemos buscar y encontrar la forma de estar constantemente ocupados, lograr una rutina diaria con actividades placenteras, para posibilitar que nuestro organismo sienta lo menos posible los efectos del encierro obligatorio. Cocer, cocinar, reparar, la literatura, la pintura, escribir un libro o poemas, crear una huerta, hacer actividad física, maquillaje, manicura, aprender el uso de tecnologías nuevas, son actividades que recomiendo a la hora de mantenernos activos.

 

 

También la falta de diálogo, de interacción y de relaciones sociales, es un talón de Aquiles en el adulto mayor, ya que la vida de muchos de nosotros se circunscribe a las reuniones sociales diarias, a la salidas a tomar un café, a juntarnos con amigos, a compartir con un vecino, y a reunirnos con familiares aunque sea los fines de semana, actividades que hoy se encuentran plenamente prohibidas. Para que la falta del contacto humano no produzca consecuencias negativas en la salud del adulto mayor, les pedimos a los familiares, vecinos, amigos, y personas cercanas, que, manteniendo siempre el distanciamiento social y las medidas higiénicas de prevención, interactúen con la persona que se encuentra sola, haciéndola sentir acompañada, aunque sea con una conversación por llamada telefónica o video-llamada, eso hará que la estadía en su solitaria casa sea cada vez más llevadera.

 

 

Pero en razón de que la mayoría de los adultos mayores tenemos bajos ingresos y que en muchos casos ni siquiera alcanza para adquirir la canasta básica alimentaria de la vejez, el adulto mayor indefectiblemente debe salir a buscar su pan, necesita salir a la calle a trabajar para poder sobrevivir, o tener una calidad de vida digna y acorde a las necesidades de un adulto mayor, que no son las mismas que cualquier otra persona.

 

 

Que tal oportunidad se encuentra vedada y prohibida por las normativas de aislamiento social, y en virtud de ello la falta de trabajo y como consecuencia de ingresos económicos, que llevan a la crisis financiera y eventual pobreza, se suma a las anteriores circunstancias detalladas sin contar el hecho de que pueda estar transitando por alguna afección a la salud, lo que resulta muy probable. En razón de ello desde nuestra entidad solicitamos a las autoridades que se emitan nuevas medidas de protección y salvataje económico para los sectores más vulnerables económicamente del grupo social de personas mayores.

 

 

Que todas estas situaciones descriptas producen un daño evidente no solo en la salud física-orgánica, sino en la faz psicológica, ya que está científicamente comprobado que la realidad mundial en la que vivimos genera casos extremos de estrés, cuadros severos de angustia y hasta depresión, por lo cual los esfuerzos tanto de la sociedad toda como de las autoridades locales deben duplicarse, poniendo el foco en la necesidad de acompañamiento hacia el adulto mayor.

 

 

Que lo expuesto no tiene como finalidad crear una situación de miedo ni de infundir temor, sino de generar conciencia en mis pares las personas mayores, y también en la comunidad toda, convenciendo de que es fundamental fortalecer las medidas de prevención, de cuidados y de protección integral del adulto mayor, que no solo está expuesto a un virus que afecta el sistema respiratorio, sino que existen otros enemigos silenciosos que dañan tanto o más a la persona mayor de 60 años, y que no podemos cobijar de manera parcial a un grupo de riesgo sin tener presente todas las circunstancias que hacen que este grupo social sea verdaderamente vulnerable también en el aspecto psicológico, social y fundamentalmente económico.

 

 

Finalmente necesito manifestar fervientemente mi profundo deseo de que muy pronto salgamos adelante de esta triste situación, cuidándonos entre todos, y convencidos de que únicamente con solidaridad, empatía, comprensión y fraternidad podremos vencer cualquier peligro que amenace nuestra felicidad. ¡Cuidemos a nuestros Adultos Mayores!

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