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Opinión #Medidas

Mi pandemia, tu pandemia, nuestra pandemia

Este año, sin dudas, será recordado por la incidencia del Covid-19 y en base a esto, por la completa y morosa noción del tiempo que se ha podido llegar a tener

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Alberto Fernández explicando el avance del coronavirus en Argentina

La pandemia que se extiende en todo el mundo, ha tenido sus variables de acuerdo a las acciones que se han llevado a cabo en cada uno de los países y de las regiones. En ese aspecto, haciendo un balance con los números fríos en la mano, nuestro país ha tenido un desempeño que comparándose con otros, ha sido de bueno a muy bueno.

 

Este año, sin dudas, será recordado por la incidencia del Covid-19 y en base a esto, por la completa y morosa noción del tiempo que se ha podido llegar a tener. Sabemos perfectamente cuantos días se llevan de aislamiento social y se especula, muchas veces con pesimismo, acerca de lo que falta para que esto termine. Aun siendo un desenlace incierto, se puede sentir la sensación casi cinematográfica del paso y el conteo de cada uno de los minutos que conforman las horas que contienen los días.

 

En ese contexto, el presidente Alberto Fernández, junto a otros referentes ha anunciado lo que ya se podía inferir en días previos mirando la curva ascendente de contagios, y es que la cuarentena se extiende tal como está, hasta el 16 de agosto.

 

Este plazo no es antojadizo, por más que se intente desde la oposición y de los sectores más reaccionarios, centrar el tema como una problemática partidista, se trata de números y en ese aspecto las estadísticas no fallan. Siguiendo este recorrido se debe afirmar que quienes son protagonistas de estos datos numéricos son personas. Los cálculos están hechos sobre contagiados y víctimas fatales. Un capítulo inmediato es el de la conducta que se tiene como sociedad. Primero como individuos y después como un actor más de un colectivo que, en su mayoría, busca el resquicio para saltar por encima de las sensibles obligaciones que ordena este contexto, y que tienen que ver con los cuidados acerca de la salud, la no violación de las normas imperantes que se han impuesto, a fin de hacerle frente a un enemigo del que casi no se conoce nada.

 

Hace apenas un puñado de días, se anunciaron medidas que flexibilizaron un tanto las reglas estrictas que bogaban por convertirse en efectivo paliativo, que colabore en el esperado “aplastamiento de la curva”. Esa especie de liberación fungió también como un factor que vino a confirmar que se está enfrentado a un enemigo poderoso e implacable. Los contagios se multiplicaron y las muertes comenzaron a sumarse presagiando un escenario de desastre.

 

Por otra parte, en paralelo, pero casi chocando con la línea que genera la sólida estadística, se encuentra la reprobable conducta de cada individuo, que generan con pasmosa frecuencia, un incesante número de infracciones que muchas veces termina en aprehendidos por inconscientes reuniones que se convierten en clandestinas. En nuestra provincia por la constante violación al artículo 205.

 

La pandemia necesita de compromisos, y eso es lo que se ha estado haciendo desde la gestión política de la provincia en cuanto a las medidas, métodos, protocolos y mecanismos. Todo lo que se ha implementado ha sido generado a conciencia para tratar de frenar una avalancha de contagios que representen resultados que nadie quiere tener. Porque nadie los quiere tener.

 

Si bien los especuladores de turno, oscuros detractores mediáticos, amparados en un maniqueísmo sin maquillaje, apuntan con el índice obsceno cada medida, abriendo la puerta para que incautos desprevenidos se sumen a la caterva de señaladores de tragedias improbables, y desde su pantalla de juguete agitan la teoría repulsiva de “el hambre o la vida”, los resultados hablan por sí solos. El país está entre los que mejor han manejado la situación y la provincia es una de las que son tomadas como ejemplo a la hora de hablar de efectividad en las medidas llevadas a cabo.

 

Pero todo esto no se consigue sin esfuerzo y sin el compromiso de todos y cada uno de los que se han puesto al frente en esta batalla de ejércitos invisibles. Es necesaria la voluntad de todos en este escenario. El horizonte no es oscuro pero tampoco parece cercano, entonces se deben asumir roles en este camino, que se recorre con la constancia de quien construye, con paso firme y de manera cuidadosa.

 

Al fin de cuentas se trata ni más ni menos que de salud. Sin eso no se podría poner en marcha ningún proyecto. El mundo está sufriendo consecuencias nefastas y somos parte de él. Al principio se creyó que esto sacaría lo mejor de cada uno pero no ha sido así. No salió a relucir lo mejor de cada uno pero si lo más auténtico. Así podemos ver desobedientes que intentan transgredir las reglas, especuladores que quieren hacer su agosto a costas de las necesidades ajenas, comunicadores sin escrúpulos que intentan conquistar por miedo o empatía lo que por talento y profesionalismo no pueden y también hay hábiles negociantes con macabros curriculums que prefieren huir antes de ser juzgados por sus andanzas espurias.

 

De todas formas la humanidad está llamada a escribir uno de los capítulos más memorables de toda su historia, se trata de un guion que se convertirá en uno de esos de “para siempre”, todos debemos protagonizarlo, con los mejores recursos con los que se cuente. Sabiendo que cualquier semejanza con la realidad no será pura coincidencia.

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