Luego de la muerte del general Qassem Soleimani ríos de tinta se han escrito sobre su persona, funciones y actividades criminales como comandante de las fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria iraní. Así, hemos asistido a una andanada mediática de información con respecto a este hombre, pero muy pocos se han detenido a analizar y preguntarse quién ocupará el cargo vacante de comandante de esta formidable fuerza paramilitar.
Fuerza que funciona dentro de Irán como aparato para-policial, que realiza represión de la población civil ante cualquier tipo de protesta que pueda entenderse como una rebelión frente al régimen y que es conocida como la Fuerza Basij. Y que adicionalmente se encuentra desplegada casi globalmente para actuar en defensa de los intereses iraníes, con participación activa en los conflictos militares de Yemen, Siria e Irak.
Es debido a esta circunstancia que el supremo líder de la Revolución Islámica, ayatollah Ali Khamenei, designó como nuevo comandante de este cuerpo a Esmail Ghaani. Un hombre que no gusta mucho de viajar y le ha tomado aprecio a las oficinas gubernamentales.
Nacido el 8 de agosto de 1957 en la ciudad de Mashhad en el noreste de Irán, se sumó a la Revolución Islámica en el año 1979, a la edad de 22 años; incorporándose a la Guardia Revolucionaria (IRGC). Fue ahí que conoció al que sería su gran e inseparable compañero por el resto de sus carreras militares: Qassem Soleimani. Viendo combate por primera vez ambos cuando los separatistas kurdos (aprovechando el estado de desorganización reinante por las purgas en las fuerzas armadas del país) intentaron establecer un estado independiente a la caída del Sha.
Cuando se produjo la sangrienta invasión iraquí en septiembre de 1980 en lo que se denominó la guerra de los 8 años, ambos pasaron a ese teatro de operaciones. Guerra que lo marcó y definió su carácter militar por lo encarnizado de los combates que dejaron un saldo de más de un millón de muertos. Y que lo vio convertirse en comandante sucesivamente de dos unidades militares de la Guardia Revolucionaria.
En una entrevista para la TV oficial iraní de conmemoración de uno de los aniversarios de la guerra, Ghaani se definía como “un hijo de la guerra” y en forma elocuente y puntual expresaba su pensamiento ideológico y filosofía integrista que reflejan una total subordinación de pensamiento y acción a los líderes religiosos de la revolución como guías en este mundo, y de la bienaventuranza en el mundo de los cielos. Expresaba textualmente: “Veíamos a todos ellos (los voluntarios) ser muertos; pero cuando nos ordenaban ir al combate no lo dudábamos”, “el comandante mira por sus soldados como a sus hijos y en los ojos del soldado sería como si recibiera una orden de D-s, donde el soldado debe obedecer sin dudarlo”.
Al término de la guerra fue nombrado comandante de Contra-inteligencia de la Guardia Revolucionaria hasta el año 1997, cuando fue designado segundo a cargo de la Fuerza Quds teniendo como actividades en los últimos años, la de proveer financiamiento y transferencias de tecnología para las actividades iraníes en el continente africano. Y la de brindar asistencia financiera al grupo terrorista Hezbollah.
Debido a esto último fue sancionado por las autoridades estadounidenses como terrorista, luego de que un frustrado envío de armas triangulado a través de Gambia en el año 2012 y cuyo destino final se estimaba en el territorio controlado por el Grupo Hamas en Gaza para ser usado en operaciones contra Israel, fuera interceptado por Estados Unidos. Ahora le llegó el turno de comandar esta gran fuerza global del terror ha recaído en Ghaani y a pesar de las palabras del ayatholla Khamenei que lo describen como uno de los más condecorados y promisorios comandantes, su liderazgo aún está por ser puesto a prueba.
