Abrir el navegador. Googlear, clickear, seleccionar. Copiar y pegar… La nueva realidad del estudiante. Y del profesional.
No es algo nuevo, en mi época pasaba lo mismo con los libros; pero antes en lugar de hacerlo desde el hogar había que ir a la biblioteca, en lugar de googlear recorrer estantes e índices, elegir varios libros, buscar en los libros, cotejar un par de opiniones y luego copiar a mano, muchas veces textualmente.
O sea, lo mismo que ahora; pero mucho más lerdo.
Pasa en la escuela, pasa en la práctica profesional.
Hay tres tipos de consultores:
1. El que solo da capacitación y lo soluciona todo con un taller, un curso, unas sesiones de falso coaching (Vbg: darte clase de algo que leyó antes),
2. El que encara problemas y te los resuelve o ayuda a resolverlos,
3. El “copy & paste” (copiar y pegar)
Me fascinan los libros, es como un hobbie, los leo y colecciono. Hace unos años encontré uno de inglés que usaba mi padre cuando era niño para aprender. Es un librito de hace unos 70 años, de esos de tapa dura, bien dura, con dibujos a mano y tan finitos que casi parecen una libreta. En un capítulo enseñaban a preguntar “cuánto cuesta”. Hay una historieta en que un angloparlante llega a Argentina y luego de cenar en un restaurante quiere preguntar “¿cuanto es?” (how much). Busca en su diccionario How = como; Much= mucho, y pregunta al mozo ¿Cómo mucho? Primera respuesta del camarero es “esto es un restaurante, coma nomás”.
En todas las profesiones hay copy & paste, para eso se genera el conocimiento. Uno toma una lista de mentiras, deduce nuevas falsedades y agrega la suya al final.
—¿Dijo falsedades Hernán? (siempre por el nombre, con mi apellido no quedan muchas opciones).
—Si, dije falsedades. Hasta que no se pongan en práctica todas las hipótesis son falsas. Y en las consultorías, nobleza obliga, nos manejamos en una maraña de suposiciones con alto grado de cercanía con la realidad.
He visto cometer grandes errores empresariales por el simple hecho de que un directivo ha quedado fascinado por una entrevista, un libro o un artículo y en ese enamoramiento de la teoría la ha convertido en un dogma para su organización.
Las ideas son buenas, por supuesto, hay libros fantásticos y muy útiles; pero “una biblioteca no te hace Dotor”. Para hacer algo necesitas una base, para poder entender de que hablas cuando hablas. Toda solución tiene su dinámica.
Por ejemplo si vas a sondear un mercado no te alcanza solo con formular buenas preguntas, tienes que tener en cuenta múltiples factores desde quién y cómo va a preguntar pasando por la idiosincrasia del lugar dónde vas a realizar la toma de datos hasta las dinámicas que te permitan conocer el momento en que estás estudiando un mercado especifico. Si hay un problema de RR.HH., tienes que saber cómo, de dónde viene la gente con la que estás trabajando, porque si bien todo lo puedes comprimir en números, nada se reduce a números en primera instancia. Por citar algunos ejemplos.
¿Y el instinto? El instinto es el resultado de la experiencia, lo que llaman instinto en los negocios es una capacidad de reacción fruto del ejercicio, la practica y el fracaso repetidos. Ya hablaremos de esto; pero así como hay jugadores dotados, también hay líderes y técnicos dotados para una función. Hay solo un Messi, un Tevez… de igual manera la gran mayoría de nosotros somos fruto de lo mismo: aguantarse, levantarse, arremangarse y volver a encarar.
Aunque no falta quien llegue como consultor a una empresa u organización, y ante la primera consulta de un cliente en problemas ponga a andar su buscador, a copiar y pegar soluciones en forma automática. Que puede resultar, puede resultar… el Teorema del mono infinito afirma que un mono pulsando teclas al azar sobre un teclado durante un período de tiempo infinito podrá finalmente escribir cualquier texto dado. En gestión de las organizaciones pasa mucho más seguido, da resultados con más frecuencia.
Pero se corre el riesgo de hacer como el francés que al preguntar “Qué es esto?” tradujo directamente de su diccionario y preguntó ”¿Qué es eso qué eso es?”. (en francés: “Qu’est ce que c’est?”).
