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La Provincia #Homenaje

Hipólito Yrigoyen: Un revolucionario de su época

A 87 años de su fallecimiento, su figura se sostiene en la gran altura de sus valores e ideales. Por el Dr. Bernardo Herrera.

Hipólito Yrigoyen, un insigne político argentino fue un verdadero revolucionario, no solo porque empleó este método de lucha en 1890, 1893 y 1905 contra la corrupción imperante en el país- al no obtener garantías de imparcialidad electoral- sino también porque desde su gestión como gobernante fue el conductor de un movimiento popular que ejecutó una profunda transformación en la vida argentina, iniciando una "Revolución" en el plano de la moral cívica y en el de la política nacional e internacional.

 

Fue el primer Presidente de la Nación, elegido en 1916 por el voto popular, en sufragio libre al aplicarse la Ley Sáenz Peña.  Ley que había sido arrancada al conservadurismo y que permitió que el pueblo se instalara en el poder.

 

Desde el comienzo de su gobierno, Yrigoyen enfrentó a los tradicionales enemigos del pueblo argentino. Días antes de haber asumido la Presidencia, recibió la visita del Embajador Británico, quien le refirió que era una costumbre ser consultado en la designación de los ministros. "Costumbre que desde este momento ha dejado de ser, le contestó el caudillo radical" (anécdota  narrada por Luis Além Lascano en "Yrigoyen y la Gran Guerra") Bien pronto, los radicales del cuño europeo se incorporaron a su partido; fueron lo que más tarde lo combatieron desde el Anti- personalismo. "Las viejas corrientes de la historia argentina rebrotaban en los movimientos populares", dice Jorge Abelardo Ramos en "Revolución y Contra revolución en Argentina".

 

Discípulo de Krause, filósofo alemán creador de una escuela que basaba sus fundamentos en la concepción moral de la vida, Yrigoyen concebía a la política como una religión cívica. "Que se pierdan cien gobiernos, pero que se salven los principios", era una frase que utilizaba en su mensaje a los correligionarios. De allí que calificara de "patéticas miserabilidades" a las conductas tortuosas de quienes preferían perder la dignidad en pos de acomodos y beneficios.

 

 

Al hombre que hablaba de "La efectividades conducentes", la vida política le asignó el destino deconstruir el Primer Gran Movimiento Nacional, que representaba a las nuevas clases sociales que emergían a la política argentina. Por ellas luchó a favor de los desposeídos, levantando la bandera de la "Causa" contra la Oligarquía, a la que llamaba "El Régimen Falaz y descreído".

 

Bajo la premisa de "Los pueblos son sagrados para los pueblos", desarrolló una política internacional en defensa de la autodeterminación de los Pueblos. Partía del principio de la igualdad de los mismos, por eso era anti-imperialista, de ahí su política de neutralidad activa durante la Primera Guerra Mundial, que le valió una dura crítica de la oposición que había sumido una actitud "aliadófila". Al terminar la Guerra en 1920, hizo retirar la delegación argentina de la Liga de las Naciones, porque no quería que ésta se transformara en una "mesa de vencedores". Siendo consecuente con su conducta Anti- imperialista, condenó las intervenciones militares de Estados Unidos en los países latinoamericanos, como en el caso de la República Dominicana, cuando con una salva de cañones y seis palabras "Id y saludad al pabellón dominicano", definió su posición a favor de la integración continental. 

 

 

En el Plano de la Defensa de los recursos energéticos, puso en funcionamiento a Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), teniendo como colaborador al General Mosconi, y la bandera levantada por la nacionalización del petróleo fue una de las causas de su derrocamiento. Bien se dijo que el movimiento que lo derribó fue un Golpe de Estado con "olor a petróleo". En el mensaje al Gobernador de Santiago del Estero, de enero 7 de 1930, Yrigoyen ratificaba su propósito de defender el patrimonio de la Nación Argentina, propiciando la Nacionalización del Petróleo y el Monopolio de su explotación por el Estado.

 

En materia educativa y cultural, la política de Yrigoyen tenía una mirada democrática sobre la escuela pública, creándose colegios nacionales, industriales, comerciales y de artes y oficios con el ideal de lograr una educación para el trabajo. En el nivel superior, apoyó la Reforma Universitaria de 1918; ese año en Córdoba los Universitarios al grito de: "¡Los dolores que nos quedan son las libertades que nos falten!", lograron el co-gobierno estudiantil, la libertad de cátedra y la autonomía universitaria.

 

Por todo ello, Yrigoyen concentró el amor de su pueblo y el odio de la oligarquía. El diario conservador "La Fronda" saludaba alborozado con la frase "Bien venida la uremia", ante el problema de salud que padecía el caudillo radical. Años después se repetiría un episodio parecido, cuando la oligarquía hizo pintar las paredes con la expresión "Viva el Cáncer" en alusión a la enfermedad de Eva Perón.

 

El 6 de septiembre de 1930, uno de los ideólogos del golpe militar que derrocó a Yrigoyen, el poeta Leopoldo Lugones exclamaba exultante. "Ha llegado la hora de la espada". Se iniciaba así la Década infame  en la República Argentina.

 

Homero Manzi, el poeta santiagueño que pertenecía a FORJA, apoyó a Perón, razón por la que fue expulsado del radicalismo. El 16 de diciembre de 1947, en un discurso por Radio Belgrano, Manzi pronunció: "Perón es el reconductor de la obra inconclusa de Yrigoyen. Mientras siga así, nosotros seremos solidarios con la causa de su Revolución que es esencialmente nuestra propia Causa"

 

De esta manera la historia encontraba al continuador de la obra de Yrigoyen, y Juan Domingo Perón conducía la liberación de la patria.

 

 

 

Autor: Dr. Ramón Bernardo Herrera. 

 

 

 

 

 

 

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