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La Provincia #Vocación

Las maestras especiales, ejemplo de dedicación y vocación: Así trabajan en pleno aislamiento

Por la cuarentena tuvieron que dejar de asistir a las escuelas, pero se las arreglan para seguir dictando clases. "No es un año perdido", destacaron. Conocé los testimonios.

Por más dificultades que se presenten, las maestras de las escuelas especiales continúan enseñando a sus alumnos a distancia, y con la necesaria ayuda de los padres, dan cada día una nueva batalla, a través de la creatividad, la cercanía y el juego, para continuar dictando clases. "No es un año perdido", fue la frase que repitieron docentes y directivos de los colegios, que según las orientaciones y las posibilidades económicas de cada familia demuestran que se puede aprender por videollamada, por audio, por papel o con cualquier elemento que haya en casa.

 

Silvia Bedú es maestra de chicos con discapacidad motora en las escuelas 507 y 503 de Lomas de Zamora y destacó que en este momento hay que "ser contemplativo" y tranquilizar a las familias con menos recursos de que "no gasten en materiales y puedan usar lo que tienen en casa". "Hacemos videollamadas y mandamos videos. Estamos haciendo un proyecto de germinación en la que yo me filmo con las plantas que tengo en casa, lo subo a YouTube y se los comparto, para que ellos hagan lo mismo", explica la docente.

 

Silvia trabaja en conjunto con una asistente social, una orientadora educacional y un kinesiólogo, quien planifica "en equipo" con ella y les "manda videos a las familias para trabajar aspectos como la postura en la silla de ruedas, porque a veces los chicos están muy rígidos o blanditos y eso los ayuda".

 

En la misma sintonía, la maestra en discapacidad intelectual de la escuela Tiempo de Crecer, Marcela Corulli, cuenta que trabaja por videollamada con los alumnos para que "hablen entre ellos" y tiene un alumno sin Internet en la casa, a quien se le prepara "un cuadernillo especial impreso para que se lo lleve a la casa cuando la familia viene a buscar los bolsones de comida" o se comunican directamente "por teléfono".

 

En este tiempo, escuchar las necesidades de cada chico en medio de las preocupaciones que genera la situación de encierro se vuelve primordial y los docentes remarcaron que muchas veces se trabaja "el doble de tiempo".

 

Claudia Bicco es fonoaudióloga y docente de la escuela 507 de Lomas, en donde trabaja con chicos con trastorno específico de lenguaje (TEL) acompañada por una psicopedagoga. "Los chicos están afectados y en sus casos se expresan con dificultad, les cuesta vincularse, socializar con el otro. Están con la angustia de no poder ir a la escuela y ver a sus compañeros", explica Bicco, quien tuvo que adaptar los talleres de desarrollo lingüístico que lleva adelante con ellos a la situación.

 

"Armamos el taller virtual. Enviamos actividades para que hagan a través del juego, desde lo lúdico, como por ejemplo jugar al veo veo, dónde trabajan el lenguaje, los colores, adivinanzas y rimas", sostiene la docente.

 

En este sentido, la docente de inclusión de sordos y maestra de lengua oral de la escuela 507 de Burzaco, Eloísa Píriz, trabaja junto a un intérprete de lengua de señas a través de videollamadas, en las que hace representaciones para que los chicos aprendan mientras se divierten.

 

"Para el 25 de Mayo hice de dama antigua y preparé unas empanadas, mientras que el otro profesor se puso una galera antigua. Les hablamos de historia con una sonrisa y ellos se sacan la presión", explica a Crónica Eloísa, quien subraya que usan también las videollamadas para que los chicos vean que hay otro "pasando las mismas situaciones" y así "bajar la ansiedad".

 

Por último, la maestra de chicos ciegos de la escuela 505 de Temperley, Selena González, revaloriza "la colaboración constante de los padres", y cuenta que a aquellos que no tienen dinero para "comprar una computadora en Braille", se les envía "audios de WhatsApp", con la intención de "ser flexibles a cada problemática".

 

Esta no es una situación que sólo se da en esa especialidad y cada docente se encarga de subrayar el valor que tienen los padres en la clase a distancia.

 

Micaela Fiorentino es mamá de Bruno, un niño de 10 años con autismo que va a la escuela Boston de Banfield y toma clases virtuales desde su casa, pero luego ella lo ayuda con sus tareas.

 

"Bruno hace un taller de habilidades sociales los sábados, en donde se conecta con el psicólogo y dos compañeros de grupo para charlar", explica Micaela, quien subraya que si bien su hijo está más cómodo en su casa "sin los bullicios" de la escuela, "Extraña mucho a sus compañeros".

 

El esfuerzo continúa y las maestras se proponen seguir adelante, con la meta de poder contener a los alumnos en estas circunstancias y también darles un mejor futuro.

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