A un día de iniciar el otoño, el 20 de marzo pasado comenzó el período de aislamiento social, preventivo y obligatorio y con ello se cerraron todas las actividades que no fueran esenciales. Para entonces, los comercios de indumentaria ya habían iniciado con la liquidación de verano y comenzaban a ofrecer lo nuevo de 2020, pero el avance del coronavirus frenó todo lo previsto. Después de dos meses, los comerciantes volvieron al ruedo, pero con toda la temporada de otoño intacta y la llegada inminente del invierno, temporada para la cual fue imposible abastecerse de nueva mercadería.
En este marco, Nuevo Diario dialogó con algunos vendedores que comentaron cómo se reinventaron y amoldaron a la “nueva normalidad” respecto del rubro que les toca ejercer.
“De otoño no logramos vender nada, pero ahora la liquidación la estamos haciendo sí o sí porque es la única forma de generar ingreso”, comentó el propietario de una tienda femenina, quien también contó que “es imposible viajar a buscar la ropa de invierno y aunque la compremos por Internet los pedidos tardan hasta tres semanas para llegar, hasta entonces perdemos más tiempo”.
Por su parte, Yanina, otra propietaria de un local de indumentaria femenina, detalló: “Yo no tenía proveedores fijos, recorría todo Buenos Aires en busca de lo mejor y los mejores precios. Con la cuarentena tuve que buscar por Internet, pero hay mucha gentes estafando y es difícil encontrar a alguien confiable y que te venda cosas de calidad cuando vos no puedes corroborar qué es lo que recibirás”. Asimismo, la comerciantes resaltó: “Los precios tuvimos que bajarlos porque la ropa ya no es una prioridad para la gente —bromeó— tampoco podrá lucirla, así que menos se preocupa por renovar su armario”.
Respecto de las ventas, la mayoría de los vendedores consultados aseguró que desde la habilitación para abrir sus negocios tuvo mayor oportunidad de captar clientes: “Vender por Internet está de moda, pero no todas las personas compran por Internet”, comentó Omar, un vendedor de prendas masculinas.
