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La Provincia #Interior

Tras 56 años de servicio dejarán la Diócesis las Hermanas Vicentinas

La religiosas desarrollaron una larga trayectoria al servicio de la comunidad desde que llegaron a la ciudad en 1964

Recientemente se conoció que en pocos días más dejarán la ciudad de Añatuya y el Complejo Santa Rosa de Lima, las religiosas pertenecientes a la congregación Hermanas Vicentinas o Hijas de la Caridad, quienes desarrollaron una larga trayectoria en la ciudad desde su llegada en 1964, a solo tres años de haberse creado el Obispado de Añatuya.

Las primeras religiosas desempeñaron su tarea en el hospital de la ciudad, desarrollando desde entonces diversas actividades, a las cuales la religiosa Rosa Luján Belaber, que se precisa como hermana Rosa, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl define como “la obra de entrega generosa de tantas hermanas, que no se pueden expresar en palabras, sino más bien se vive y admira día a día y se agradece a Dios”.

Cuando en 1961 el primer obispo de la Diócesis Mons. Jorge Gottau, tomó posesión de la misma, ante la pobreza con que se encontró, pidió a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl su servicio para el hospital.

Esta congregación diversificó su obra y se pueden mencionar entre las más significativas: En 1967, se creó la escuela Medalla Milagrosa; en 1968 se dio apertura a la capilla Santa Rosa; en 1969 se fundó el Hogar Geriátrico Santa Rosa; en 1970 se abrió la Residencia Juvenil Medalla Milagrosa; en 1971 se fundó el Hogar de Niños Santa Catalina Labure; en 1976 se crea el Hogar San Vicente de Paúl; en 1986 se fundó la Escuela Especial Santa Margarita; en 1992 nació la escuela San Vicente de Paúl. En estos 56 años han prestado su servicio en Añatuya 64 hermanas, que asistieron a miles de niños y jóvenes formados en las tres escuelas. Centenares de jóvenes de la residencia estudiantil son hoy profesionales y catequistas en diferentes lugares de la provincia y otras tantas que se han ido a otros lugares del país y al exterior. Un sin fin de niños del hogar que tuvieron posibilidad de un cambio de vida y los cientos de adultos mayores estarán siempre agradecidos por la atención y cobijo. Finalmente, la religiosa agradeció “a monseñor Jorge Gottau, Al padre Emilio, al padre Hernán, padre José Furlani, a todos los sacerdotes y religiosas de la Diócesis, por su cercanía y fraternidad, a los empleados de toda la Obra del Complejo ya jubilados y a los actuales y a todos los vecinos y ciudad de Añatuya”.

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