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El Mundo #Coronavirus

Estados Unidos: El relato de un periodista que contrajo la enfermedad

El sujeto de 33 años contó que realizó doce llamadas a los servicios de salud al realizarse el test, que dio positivo

"Casi una docena de llamadas con cinco proveedores de servicios de salud en cinco horas. Dos horas de espera en la línea. Dos horas en un hospital. Cuatro días de revisar ansiosamente un portal en línea buscando resultados, y mucha confusión", comenzó explicando.

 

"Ese es el sinuoso camino de la burocracia que me llevó de mi primera llamada telefónica el miércoles de la semana pasada a obtener los resultados positivos de mi prueba de coronavirus el lunes por la noche. Cinco días en el limbo.

 

Tengo 33 años, estoy sano y no tengo ninguna afección respiratoria, así que la enfermedad es perfectamente manejable. Se siente como una gripe de mediana gravedad con un poco de tos adicional y dolor en el pecho.

 

No obstante, el proceso para llegar hasta aquí fue un laberinto de ineficiencia, y yo soy uno de los afortunados.

 

Una inmensa cantidad de personas en todo Estados Unidos incluso aquellos que tienen síntomas graves o que son especialmente vulnerables están enfrentando un obstáculo tras otro mientras tratan de obtener respuestas", expresó.

 

 

 

 

 

El relato

 

"El miércoles desperté con tos y escalofríos. Lo primero que hice fue buscar mis síntomas en Google.

 

No le di importancia pensando que todo estaba en mi cabeza, pero después de tomarme la temperatura unas cuantas veces en el transcurso de la mañana, empezó a aparecer una fiebre de 37,7 grados Celsius. La tos continuó, y pronto alcancé los 37,8 grados.

 

La presión de mi compañera de departamento me hizo llamar al consultorio de mi médico. Alguien anotó mis síntomas, puso mi llamada en espera y después me dijeron que debía llamar a un centro de urgencias para hacerme una prueba.

 

El jueves, mi compañera de departamento y yo caminamos 40 minutos desde nuestro apartamento en el Lower East Side, hasta un hospital porque una enfermera nos ordenó que no tomáramos el transporte público ni un taxi. ¿Cómo se las habría arreglado una persona delicada de salud?.

 

Llegamos a una entrada especial, una puerta metálica a un costado del hospital, y, como se nos ordenó, llamamos a la enfermera para decirle que habíamos llegado. Se reunió con nosotros afuera, y nos dio un barbijo a cada uno antes de llevarnos a una sala de espera cerrada designada como área de coronavirus.

 

Aquí, el desinfectante de manos no escaseaba; conté tres dispensadores en la sala de espera de nueve asientos (revelé que trabajaba como periodista para The New York Times hasta que me lo preguntaron durante el ingreso).

 

Después de una hora más o menos, nos escoltaron a una habitación estándar del hospital, que tenía que someterse a una limpieza tan profunda después de cada prueba que sólo podía ser utilizada una vez cada hora. Una doctora a la que no podíamos ver nos llamó desde una habitación aparte para preguntarnos acerca de nuestros síntomas y posible exposición. Terminamos la llamada y, unos minutos después, entró a la habitación con una bata de hospital, guantes y un equipo de respiración.

 

Nos dijeron que los resultados estarían disponibles a los dos o tres días. Cuatro días después, alrededor de las 6 p. m. del lunes, los publicaron en línea.

 

Incluso el proceso de resultados fue una pifia: más tarde me dijeron que los resultados de las pruebas no debían publicarse en línea.

 

Notifiqué a mi oficina, así como a todas las personas con las que había tenido contacto la semana anterior, y... eso es todo prácticamente", cerró su relato el periodista estadounidense.

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