El panorama era desolador en las primeras horas de la mañana. Las consecuencias del incendio golpearon muy fuerte en la familia Mulki, dueña de la firma El Tiburón. Gustavo, uno de los propietarios, sostuvo que iban a comenzar a hablar con el resto de la familia para saber qué será del futuro del comercio.
Sin embargo, ninguno de ellos se rindió. Como un ave Fénix, desde las cenizas que dejaron el incendio, comenzaron a dar muestras de que todo no está perdido y están decididos a seguir adelante, no solo por ellos, sino también por los empleados que tienen en esa firma una fuente de trabajo desde hace muchos años.
“Tuvimos una tragedia, pero no vamos a rendirnos”, afirmó Agustín. “Vamos a luchar por las personas que viven de esto. Soltamos todo a nuestro costo para cubrir gastos. Estamos en galería Leonardo, frente a la calesita, entrada rápida por Pellegrini”, destacó.
No solo los propietarios de la firma se vieron afectados por el voraz incendio. Treinta empleados, quienes trabajaban en ambos locales, manifestaron su tristeza por las consecuencias de la acción de las llamas en los locales donde hasta hace pocas horas habían desempeñado tareas. Algunos no durmieron, preocupados por su fuente laboral, muchos de ellos con más de una década como empleados. La tristeza los acompañó todo el día. Sin embargo, la apertura de El Tiburón en otro local alejó de ellos por un momento la incertidumbre.
