Los bomberos nunca dejaron de trabajar. Sin embargo, con la llegada de la mañana se reavivó el fuego que estaba “oculto” debajo de las “montañas” de plásticos quemados. Las largas columnas de humo volvieron a inundar el centro capitalino y la intensa tarea de los bomberos volvió a activarse.
Arribaron nuevos camiones hídricos para suministrar agua y se prosiguió con el apagado y enfriamiento de los locales de El Tiburón.
La tarea de los servidores públicos fue seguida desde la distancia por cientos de personas que pretendían saber cómo quedaron las instalaciones del comercio que fue arrasado por las llamas, a tal punto de dejar todo destruido y derretido por el intenso calor. La tarea se extendió durante todo el día, a fin de que el incendio no volviera a avivarse.
