En un lapso de menos de 24 horas, los acontecimientos ocurridos en Washington y Wall Street han enviado un vívido mensaje: el mundo lentamente se está acercando a un lodazal económico del tipo que ningún simple tuit presidencial puede arreglar.
El martes, el presidente Donald Trump titubeó en la guerra comercial con China, dando marcha atrás con planes anteriores de aplicar aranceles a prácticamente todas las importaciones chinas a partir del 1 de septiembre. La medida garantiza que los compradores estadounidenses de juguetes, smartphones y muchas otras cosas de fabricación china no pagarán precios más altos debido a los aranceles en las fiestas de fin de año.
“¡Hurra!” dijo el mercado de valores. ¡La guerra comercial está reduciendo su intensidad! El índice S&P 500 subió 1,5 por ciento en la Bolsa de Nueva York, a un nivel solo aproximadamente un 3 por ciento por debajo de su máximo del 29 de julio. El mercado de bonos no estuvo tan animado. Si bien el rendimiento de los bonos del Tesoro de plazo de vencimiento más largo subió, reflejando mayor optimismo, el incremento fue leve… y aquel permanece muy por debajo de los niveles de fines de julio.
Ayer, la señal enviada por el mercado de bonos empeoró aún más, en tanto el rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años se desplomó a alrededor de 1,60 por ciento a las 11. En algunos momentos, esa tasa cayó incluso por debajo de la tasa equivalente de los bonos a dos años.
Esta serie de acontecimientos no augura nada bueno para la economía mundial. En este mes de turbulencias en el mercado, la explicación rápida y simple es que esto es resultado de la guerra comercial.
