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Cómo se extendió el cultivo desde nuestra provincia a las tierras cuyanas

En esta nota te contamos todo lo que tienes que saber sobre el tema

En 1561, Pedro del Castillo funda Mendoza y en 1562 Juan Jufré hace otro tanto con San Juan. Ambos llevaron estacas de vid desde Santiago del Estero y dieron origen de esa manera a una de las zonas vitivinícolas más famosas de nuestro país: Cuyo.

Las uvas vinificables en la época colonial eran la criolla grande y la criolla chica, variedades no muy apropiadas para elaborar vinos tintos de calidad. En 1850, el agrónomo francés Michel Aime Pouget fue contratado por el gobierno de Mendoza para ocuparse de la escuela y el viñedo de la “Quinta Normal”. Es Pouget quien, a modo de pionero, introduce en territorio argentino variedades francesas en nuestro país, particularmente el Malbec. La llegada a Cuyo del ferrocarril, en 1885, posibilitó el traslado del vino a otras zonas del país y el arribo de maquinarias para equipar las primeras bodegas, logrando de esa manera un crecimiento en la producción y en el consumo.

Hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX el desarrollo y consumo de vino se intensificó con la llegada de las grandes oleadas inmigratorias. Sin embargo, al comienzo, nuestro vino era muy alcohólico y con poco color y recién en el año 1920 se comenzó a prestar atención a la calidad del vino. Y el aporte de los inmigrantes y los clones de uvas francesas e italianas tuvieron mucho que ver en ese mejoramiento.

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