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Vacaciones con los chicos: ¿momento de relax o estrés?

Todos necesitamos los anhelados días libres para relajarnos, descansar y volver con las pilas cargadas

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Crédito: Vacaciones

Doce meses planeando, ahorrando y organizando para que las vacaciones sean soñadas, y cuando finalmente llegamos a destino esa voz resignada nos retumba en la mente: "El descanso, ¿para cuándo?", consignó Contexto.

Es que si bien se plantean como un momento de disfrute, no dejan de alterar un poco el funcionamiento familiar: adónde vamos, qué comemos, cuál es la actividad del día; muchas decisiones que hacen imposible que todos estén conformes. ¿Cómo no estresarnos?

El primer punto de tensión suele ocurrir en la pareja: desde cómo ordenarse durante esos días hasta la sobreexposición en términos de tiempo compartido. "La organización de las vacaciones suele poner de relieve los roles de la pareja. En todo vínculo hay alguien que es el que propone y otro que es más quien acompaña. Como las vacaciones requieren planificación, por lo menos en el sentido de saber cómo se van a manejar con los chicos durante esos días, esto puede significar una oportunidad para que surjan conflictos de poder dentro de la relación", explica Sebastián Girona, psicólogo especialista en vínculos, y afirma que dependerá de cómo se administre ese poder que circula dentro de cualquier relación para que la pareja no entre en conflictos.

Fácil de decir, de planear, pero de alta complejidad cuando lo queremos llevar a la práctica. El ideal es mantener una distribución equitativa del poder y que ambas voces se tengan en cuenta y hasta que podamos implementarlo, una buena iniciativa es que cada uno se dedique a organizar lo que mejor sabe hacer. ¿Te gusta cocinar? Es una buena tarea entonces para que esa sea tu área; o tal vez sos la mejor distribuyendo horarios. Así como es bueno que encuentres tu métier, no dudes en delegar aquello en lo que el otro se puede lucir.

Descanso para toda la familia 

 

Las vacaciones deberían darle la posibilidad a todos los miembros de la familia de salir de los esquemas de tareas y manejo del tiempo que suponen las rutinas laborales y escolares que se desarrollaron durante el año. Siguiendo esto, es un error pensar que le pertenecen a los niños, o al papá, o a la mamá; por el contrario, es una necesidad inherente a cualquier persona más allá de su edad, rol y condición social.

 

 

Todos podemos sentir cansancio o estrés inherentes a las obligaciones que cada uno tiene acorde a su edad, entonces las vacaciones deberían ser un plan más o menos acordado que contemple las necesidades y gustos de cada uno de los miembros.

"Hay familias que consideran que las vacaciones pertenecen a los hijos y entonces se esfuerzan denodadamente por realizar todos los planes que estos proponen, con el desgaste que esto genera en los adultos que terminan trabajando para que sus chicos tengan una súper agenda con cosas por hacer; buen momento para recordar que estar a full en continuo no es saludable", cuenta el licenciado en psicología Alejandro Barizza, del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Alemán. No siempre hay planes para hijos y en tal caso debemos mostrarles que también puede haber unos para padres y que, por supuesto, están los del grupo familiar; un poco a cada uno, no le hace mal a ninguno.

El licenciado Barriza especifica que al fin y al cabo un grupo familiar será saludable cuando pueda considerar y articular en cada tiempo y espacio las necesidades de cada uno de sus miembros. "Las vacaciones no deberían estar ajenas a esta fórmula. De lo contrario será una actividad frustrante y estresante", afirma Barriza

¿Vacaciones felices? ¡Sí!

 

La sobreexposición es un gran tema en todo viaje familiar. De repente, el grupo pasa mucho más tiempo junto de lo que acostumbra y esto puede generar roces, peleas, diferencias y conflictos. Para adaptarse a esto, es necesario incrementar la paciencia y la tolerancia en el inicio de las vacaciones, pero además admitir que la posibilidad de que existan conflictos es real; acá lo importante no es que haya problemas o desencuentros sino lo que hacemos con ellos.

 

 

Antes de salir de viaje, es bueno moderar las expectativas. Tamara Zizzutti, counselor de Instituto Holos y coach de desarrollo personal, comparte algunas ideas para poner en práctica y hacer de las vacaciones un momento más de disfrute:

Evitá una programación estricta: la planificación económica es clave en las vacaciones, pero no lo es la del ocio. Esto nos puede generar ansiedad y angustia y así conseguiremos el efecto contrario.

 

No a la autoexigencia: el tiempo vacacional no debe convertirse en un momento donde todos nuestros planes deseados deben cumplirse. No hay que planear hacer más cosas de las que hacemos habitualmente y que ello acabe convirtiéndose en otra fuente de estrés. Las vacaciones deben servir para descansar y desconectar. Es clave cambiar el pensamiento de la obligación del "tengo que" al "me gustaría hacer".

 

Sé positiva y abierta de mente: es clave para evitar la frustración y aprovechar al máximo este momento.

 

 

Aprendé a conversar en familia y en pareja: según varios estudios, el verano y el último trimestre del año son los períodos en los que se producen más divorcios y separaciones. Las vacaciones son momentos donde el tiempo libre es mayor y se pasa más horas y días en familia o con la pareja, y por ello, los roces pueden aumentar. Un gran error es imponer (planes, ideas, horarios, etc), por lo que es clave tener paciencia y que se intenten debatir las cosas.

 

 

 

Aceptación: es básico ser capaz de asumir que en vacaciones también existen momentos donde no todo es de nuestro agrado (condiciones meteorológicas no deseables, cambio de planes, enfermedades inesperadas, estados anímicos diferentes). Para evitar la frustración, tenemos que aceptar que el tiempo de ocio no es sinónimo de tener la obligación de ser felices. Es muy importante disfrutar de la realidad, donde hay momentos buenos y otros no tanto.

 

 

¿Preparados para las vacaciones? Animate a dejar el check list por un rato y zambullite a leer un libro, realizar una caminata o simplemente sentarte a contemplar el paisaje. A veces, hacer nada en algún lugar también puede ser una actividad estimulante para salir del ritmo agitado del año, para el pensamiento, la creatividad, el ocio y estimular tu costado espontáneo. No tengas pudor de decir "no hice nada".

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