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Opinión Otro episodio de una causa que afecta a los políticos en el escenario de la Justicia

Jardines que se bifurcan

por Carlos De Angelis

 

Perfil

 

 

 

No hay tiempo para pensar sobre las condiciones estructurales de la Argentina cerrando la segunda década del siglo XXI, cuando la urgencia y la velocidad siempre le ganan a la reflexión. La difusión de los ocho cuadernos logró el efecto buscado: sacudir a la clase política argentina. En cambio, todavía es pronto para saber si sacudió a la sociedad y con qué profundidad, en momentos en que se inicia uno de los mayores ajustes de la historia y en medio de una caída dramática de la economía. Todo lo sólido se desvanece. Como ya se ha difundido copiosamente, el chofer Oscar Centeno llevaba una bitácora, incluso más detallada que la que hacía al inicio de cada programa Jean Luc Picard, capitán de la nave espacial Enterprise. En los cuadernos, el chofer habría descrito todos los viajes realizados entre 2005 y 2015 a bordo de su Toyota detallando rutas, inicios y destinos, viajeros y —lo principal— bolsos con dinero transportados y de los cuales conocía con cierta exactitud los montos que contenían.

 

Al igual que Frank Martin, el protagonista de la película El transportador, Oscar Centeno era exmilitar. Mientras el personaje caracterizado por Jason Statham era un miembro retirado de las Fuerzas Especiales, Centeno es un sargento retirado del arma de Arsenales del Ejército. Frank Martin tenía tres reglas supremas en el arte de transportar: nunca cambies el trato, sin nombres y nunca abras el paquete, sin dudas. Centeno construyó unas reglas completamente distintas. Incluso se inició en las artes visuales con unos videos-bitácoras presumiblemente realizados con un teléfono celular. Toda la trama parece tan extraña que haría dudar al propio Luc Besson. Los cuadernos habrían sido llevados a un periodista por la exesposa enojada con Centeno y este después de chequear el contenido lo entregó a la Justicia, y la causa quedó en manos del controvertido juez federal Claudio Bonadío, presuntamente sin el sorteo que indica el reglamento. Esto hizo emerger el anglicismo fórum shopping que, traducido, es la elección del juez más conveniente. El miércoles el storyboard parecía muy sólido, estaba toda la información en su básico continente, su redactor preso y declarando, lo que llevó a Bonadío a lanzar una cacería con más de cien efectivos para buscar y encarcelar a un conjunto de exfuncionarios y empresarios vinculados a la construcción y obra pública. Una incógnita, qué pasó con el noveno cuaderno. El jueves la trama sufre un desvío, el operativo fue guiado solo por unas fotocopias. No hay forma de peritar las pruebas, la profundidad de la escritura, el cambio del tipo de letra a lo largo de los diez años en los que Centeno redactó; también comienza a circular la versión de que los textos fueron dictados por alguien y escritos de corrido. Se publicaron profusamente en el día anterior fotografías de los cuadernos que no se sabe si las tomó el autor o eran unos modelos para potenciar el relato audiovisual. Frente a las dudas crecientes, el escritor-chofer vuelve a asegurar que él escribió los textos, pero que no recuerda si los quemó o qué pasó. El viernes desde el juzgado se dice que no pasa nada y que con las fotocopias alcanza para continuar con el Lava Jato criollo, y que se cuenta con que los detenidos canten todo lo que saben. Por supuesto, todos los abogados afilan sus armas para presentar impugnaciones.

 

Por lo visto, todo lo escrito en estos días puede quedar obsoleto en cuestión de minutos. A grandes rasgos dos hipótesis se configuran para interpretar los hechos. La primera, sostenida por fuentes oficiales, indica que es un gran triunfo contra la corrupción “K”, y que los hechos, su secuencia y el momento son meramente accidentales. La segunda exégesis sugiere que ahora el objetivo es Cristina Kirchner, y que llegó el momento para excluirla del juego electoral, siguiendo los pasos de Lula da Silva en Brasil. A la hora señalada. Más allá de las especulaciones políticas y de las discusiones sobre la manipulación posible de la oportunidad, el surgimiento del “cuadernogate” coincide con el peor momento del Gobierno. Un logro al menos parcial es que por algunos días las portadas de periódicos, portales web y programas políticos en televisión se dediquen a describir el cinematográfico suceso, dándole nuevos aires a Macri, luego de cuatro meses asfixiantes, al punto que ayer inició con campaña electoral 2019, presentando con el formato 360° el relanzamiento de los créditos de la Anses frente a una audiencia de impávidos jubilados.

 

Sin embargo, la difícil situación económica ya tiene su correlato en la calle y las preocupaciones son enormes en gran parte de la población, que ve diluir sus ingresos en un mar de aumentos de precios y tarifas. La caída de la industria durante el mes de junio del 8,1%, interanual señala un abismo donde no se observa el piso. La alta inflación fue reconocida por el propio Presidente, que la ha estimado en el 30%, y de allí su recomendación de “caminar para buscar precios”. El relevamiento de expectativas del Banco Central clavó la inflación esperada para 2018 en 31,8%, a solo dos décimas del máximo aceptado por el Fondo, so pena de tener que renegociar el acuerdo de asistencia, lo que significaría ya no una tormenta sino un tifón para el país. Siempre se pueden endurecer un poco más las condiciones del convenio.

 

El acuerdo con Grecia requirió tres paquetes de rescate para bajar de un déficit de 5,9% del PBI hasta el leve superávit actual, pero que le costó la caída de casi un tercio del producto bruto en relación con 2009. Habrá que ver si el caso de los cuadernos de Centeno se convierte —como esperan en Casa Rosada— en un barajar y dar de nuevo.

 

Las encuestas muestran que más del 60% de la población cree que se ha visto perjudicado con las políticas del gobierno nacional. A pesar de todo, la intención de voto para la reelección de Mauricio Macri ronda en el 35%, y se espera que suba tras el affaire de los cuadernos.

En esta instancia el primer objetivo para Cambiemos es recapturar a sus votantes desilusionados, buscando olvidar el affaire de los aportantes truchos. Volver a poner sobre la mesa al kirchnerismo, atacando ahora la figura de Néstor Kirchner, será la “nueva” estrategia del macrismo para recuperar la épica moral que se había perdido, buscando correr de la escena al “partido del ajuste” en el que Cambiemos parecía haberse convertido tras el acuerdo con el FMI. Changuito o épica moral será el dilema para todos los argentinos en 2019.

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