Néstor Elio Fernández, un profesor del interior de la provincia, visitó la capital salteña y decidió desayunar en una confitería ubicada en calle Victorino de la Plaza.
Aprovechando una promo de $45, que incluía un mate cocido y dos tortillas, el hombre se sentó en el lugar y se dispuso a utilizar su computadora para terminar con algunos trabajos.
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Como tenía poca batería, la enchufó durante algunos minutos. Pero nunca imaginó que ese ratito de uso de corriente le iba a costar tan caro.
Según denunció, al acercarse a pagar su desayuno, la mujer que atendía le cobró 85 pesos. 40 pesos más de lo que él pensaba. ¿Por qué? Porque el local le hizo un recargo por la "carga consumida".
Además, reveló que en la confitería no le habrían querido dar la factura como comprobante, debido a que esta se encontraba vencida.
"Es injusto, siento que me estafaron", se quejó el hombre. Y contó que ya hizo llegar su caso a Defensa del Consumidor.
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