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Deportes El ascenso de Central Córdoba a la Primera B Nacional

Coleoni, el "padre de la criatura"

Con el ???Sapito??? tuvimos un mano a mano un mes antes del inicio del Federal A. En ese momento, ya se imaginaba un final feliz. Cumplió con todos.

El 11 de agosto de 2017, le pedimos a Gustavo Coleoni realizar una entrevista exclusiva, mano a mano con el Multimedio. Nos juntamos en su búnker: una confitería del parque Aguirre, en la cual el “Sapo” desayunaba todos los días y allí se juntaba con dirigentes y trabajaba a full con su teléfono en pos del armado del equipo.

 

Días atrás, se había confirmado su continuidad y él había mencionado algunos nombres como prioridad para la continuidad. Dos de ellos eran Diego López (marcador de punta derecha) y Leandro Becerra (volante, goleador del equipo en la BN). Sin embargo, luego de haberle dado el sí a la institución del barrio “Oeste”, ambos decidieron emigrar a Gimnasia de Mendoza, ante una mejor propuesta económica. Algo similar ocurrió con el goleador de Gimnasia y Tiro de Salta, Juan Martín Amieva, quien había sido confirmado por la dirigencia como una contratación rutilante, pero en el camino se terminó desviando y firmó también para el “lobo” mendocino. Tres bajas que en su momento parecieron sensibles y que dejaron más que preocupado al hincha.

 

Todas estas cuestiones, más la “supuesta lentitud” con la que se manejaba la dirigencia a la hora de las contrataciones, hizo que le pidiéramos aquella charla a Coleoni. Queríamos saber qué pensaba, qué lo inquietaba, si creía que podía armar de cero un equipo protagonista.

Y el “Sapito”, en aquel momento, demostró que la tenía clara, que confiaba en su ojo clínico y que se tenía fe, además de hambre de gloria.

 

“Contratamos a Alexis Ferrero, un zaguero de experiencia, de 38 años, que viene de ascender con San Martín de Tucumán. Jugó 42 de los 44 partidos. Eso habla muy bien de él por su edad. Él será el capitán del equipo. Estamos armando la columna vertebral. Vamos a traer un arquero de experiencia y adelante vamos a ser agresivos y verticales, con gente joven y fresca”, anticipó Coleoni, a un mes y una semana del debut ante Douglas Haig, previsto para el domingo 17 de septiembre.

 

“Tengo toda planificada la pretemporada en Córdoba, más precisamente en Alta Gracia, vamos a armar un equipo que sea protagonista. El hincha estos tres últimos años se acostumbró a sufrir, a pelear siempre el descenso, a estar pendiente de la calculadora. Pues este año no será así. No prometo el ascenso, pero sí un equipo que sea protagonista, voraz, que juegue bien al fútbol y que invite a la gente a volver a la cancha, a llenarla, que tenga ganas de venir a verlo jugar. No tengo dudas que será así. Que se queden tranquilos, que estamos trabajando todos en pos de armar el mejor equipo posible”, indicó en aquel momento el “Sapo”.

 

Y cada una de las cosas que dijo, se cumplió. Llegaron Leandro Vella y Pablo Ortega, dos jugadores jóvenes, sin demasiado cartel, que eran una incógnita para el hincha. Arribaron César Taborda y Diego Bucci, dos experimentados que serían los que armarían el grupo junto a Ferrero (se conocían de San Martín de Tucumán). Continuaron del plantel que descendió Matías Pato, Sergio Salto, Leonel Caffaratti, Israel Coll y Marcos Sánchez. Y la base ya estaba.

 

No tenían demasiado “cartel”, pero Coleoni estaba convencido de lo que le podían dar y de lo que quería de cada uno de ellos.

Faltaba el “9”, claro, el que generara las ilusiones. Apareció el colombiano Palacios Hurtado, acercado por la dirigencia, que no venía precedido de grandes antecedentes, pero que en las prácticas rindió y aprobó el examen. El “Sapo” aceptó que se sumase, pero sabía que necesitaba otra cosa más ahí. Faltaba el “9” groso, el que terminara de darle forma a la columna vertebral. El que ilusionara a la gente.

 

El refuerzo rutilante

Finalmente, a dos días del debut, arreglaron con Diego Jara, un jugador de experiencia, con pasado en equipos importantes, con una cantidad de goles impresionante, pero que venía de casi un año sin jugar, lesionado y hasta un tanto excedido de peso.

Coleoni dijo “lo quiero igual”, aconsejado por su PF, Ricardo Cassini, quien lo conocía, ya que lo había tenido en Patronato. “En cinco fechas estará para jugar. Lo ponemos en forma y nos va a dar lo que necesitamos. Es una garantía”, le dijo el ‘profe’ al DT. Atento a esto, Coleoni se la jugó por Jara. Y este, a la postre, le respondió en la cancha con 9 goles (2 de penal), varios de ellos clave, como aquel sobre la hora sobre Atlético Paraná (1-0).

 

Entonces, el equipo estaba armado y arrancó con todo el campeonato. El “tren” caminaba por las vías de la ilusión y la esperanza. Ganó la primera etapa con dos fechas de anticipación, marcando una amplia diferencia con sus rivales y ganándole por goleada a varios de ellos.

 

Llegó el parate de diciembre y, pese a que su equipo ya amenazaba con ser el más goleador del campeonato, Coleoni redobló la apuesta. Les dijo a los dirigentes que necesitaba otro nueve de jerarquía y un reemplazante para Marcos Sánchez, para terminar de completar el plantel.

 

Llegaron Héctor Cuevas (colaboró con 2 goles) y Cristian Georgerino, quien jugó un solo partido por la Copa Argentina, pero que luego se lesionó y quedó afuera del plantel.

 

Con ese material, el “Sapo” edificó una campaña inolvidable. Ganó la segunda fase, clasificándose a la tercera con una fecha de anticipación, y en el Pentagonal final volvió a ganar con autoridad, plantándose ante el supuesto “cuco” del campeonato, Gimnasia de Mendoza, al que por un pelito no le gana en rodeo ajeno.

 

El final feliz fue el soñado. En casa, ante una multitud, jugando como un grande, pese a las sensibles bajas que tenía el equipo por suspensión. Las disimuló muy bien, demostrando ser un equipo con todas las letras.

 

Era “el equipo de Coleoni”, en definitiva. Que jugó bien siempre (y en algunos casos muy bien), que fue protagonista de principio a fin, en cada cancha, que tuvo la obligación de ganar desde el primer partido, pero que eso los potenció como grupo. Fueron paso a paso, demostrando que la categoría le quedaba muy chica a un grande como lo es Central Córdoba.

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