Una perforación en el esófago combinada con el suministro de aire —durante la práctica de la endoscopía o en las maniobras de reanimación— resultaron factores decisivos en la muerte de Débora Pérez Volpin. Esto se desprende del informe definitivo de la autopsia que se conoció ayer.
Según esa información, el estudio de anatomía patológica practicado sobre el cuerpo de la periodista confirma una perforación en el esófago a cinco centímetros del hueso hioides.
Se entiende que fue a través de esa perforación que el aire, proveniente del endoscopio o de otra fuente usada en maniobras de reanimación, provocó un enfisema subcutáneo, es decir, la penetración de aire en los tejidos subcutáneos.
El aire, se desprende del informe, también llegó al tórax y a la cavidad peritonea.
Fuentes del caso señalaron que ahora se deberá investigar una posible “cadena de errores médicos” que podrían haberse iniciado incluso antes de que la legisladora porteña quedara internada en el sanatorio de la Trinidad de Palermo.
La familia de la periodista fallecida el martes 6 de febrero de este año ofreció una conferencia de prensa en la Legislatura la Ciudad de Buenos Aires, en donde difundió las novedades del informe que serán incluidos en la investigación judicial.
