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Especiales Historia

SUCESOS HIST??RICOS

Historias desconocidas de patriotas que forjaron la independencia y la organización de nuestra Nación.

Laguna de Chascomús

Sepulcro de valientes paisanos

Después de realizado el pronunciamiento de Dolores el 29 de octubre de 1839, el coronel Rico incorporó a sus filas a algunos milicianos de las estancias vecinas y marchó hacia Chascomús, que, al igual que otras ciudades y bajo el liderazgo de Pedro Castelli -hijo del ilustre Juan José, Vocal de la Junta de mayo de 1810-, se había levantado también en contra de la tiranía de Rosas en lo que se conoce como el movimiento revolucionario “Libres del Sur”.

La columna de Rico se unió a las tropas comandadas por los oficiales Olmos y Márquez en Chascomús, a las que se le sumó el paisanaje reclutado por Cramer, veterano de la guerra de la independencia. Todos, conformaban una fuerza de dos mil hombres, cuyo mando superior se le confió a Castelli.

Estos jefes revolucionarios contaban con la adhesión de las tropas de líneas acantonadas en Azul y en Tapalqué, que, al momento de necesitarlas para la acción, obraron por traicionar el compromiso pactado y permanecieron fieles a Rosas.

El 7 de noviembre de 1839, las tropas comandadas por Castelli se encontraban acampadas cerca de la laguna de Chascomús cuando sorpresivamente fueron atacadas por los mil quinientos jinetes veteranos liderados por el coronel Prudencio Rosas.

Los bravos milicianos del sur, valientes paisanos levantados contra la tiranía del Restaurador, recibieron repetidas carga de caballería. Se defendieron con valor, casi sin armas, sin organización ni disciplina militar.

Quedaron más de cien muertos de estos valerosos paisanos.

Márquez cayó en poder del enemigo.

El coronel Rico pudo huir al frente de quinientos hombres y los primeros días de 1840 se incorporó al ejército de Lavalle.

 

Coronel Cramer

Ambrosio Cramer había nacido el 7 de febrero de 1792 en París y había servido en los ejércitos de Napoleón. Cuando cayó el imperio de este, emigró a Buenos Aires, donde se le reconoció el grado de Sargento Mayor y fue enviado a San Juan para organizar el Primer Regimiento de Cazadores.

El general San Martín le había confiado el mando del Regimiento N.° 8, y lo ascendió a Teniente Coronel, grado con que peleó valientemente en Chacabuco. Luego fue destinado como Ayudante del gobernador de Buenos Aires Martín Rodríguez en su campaña contra los caudillos.

En 1827 fue jefe de Detall en las expediciones contra el indio y prestó servicio en las fronteras,

Estaba radicado en Chascomús como estanciero cuando decidió luchar contra el gobierno de Rosas. Llegó a ser uno de los directores de la revolución del sur y siendo comandante de milicias murió en aquella contienda del 7 de noviembre.

 

Coronel Castelli

Pedro Castelli había nacido en Buenos Aires en 1796.

En 1812 se enroló en el Regimiento de Granaderos a Caballo y participó en su bautismo de fuego, el Combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de ese mismo año. Por su participación, fue ascendido al grado de Teniente.

Luego del desenlace y la derrota en Chacomús, fue alcanzado en su huida y, a los dos días de ser tomado prisionero, fue degollado. Por disposición de Prudencio Rosas, su cabeza fue colocada en la punta de un palo bien alto en la plaza de la ciudad de Dolores y quedó varios días expuesta a la vista del aterrado vecindario.

 

Martina Silva de Gurruchaga

Una de las tantas mujeres patriotas desconocidas de nuestra independencia

El 3 de noviembre de 1790 nació en Salta esta valiente y aguerrida mujer.

Cuando el ejército español al mando de Pío Tristán acampó en el campo de las Carreras (Salta) después de la derrota de la batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812, un grupo de damas encabezado por doña Juana Miró se encargaba de convencer a los oficiales realistas nacidos en América de no combatir contra los patriotas que trataban de darle la libertad; entre ellas se encontraba doña Martina.

El 20 de febrero de 1813, mientras se llevaba a cabo la batalla de Salta, estaba en su casa de Los Cerrillos, unas pocas leguas al sur de la ciudad. Al escuchar el tronar de los cañones, reunió a sus peones, se puso al frente de ellos y apareció en el campo de la acción por las lomas de Medeiro. Con su presencia, su sable, que emitía furia y valor, sembró pánico en las filas de un regimiento enemigo.

En premio por tan brillante, riesgosa y valerosa acción, Belgrano le concedió el grado honorario de Capitán del Ejército y le obsequió un bello pañuelo de espumilla que traía bordada la siguiente dedicatoria: “A la benemérita Patriota y Capitana del Ejército, doña Martina Silva de Gurruchaga”.

Tiempo después, Martina bordó una bandera nueva para el ejército triunfador de Belgrano, quien -al recibir el valioso presente de la mujer que tanto lo había ayudado en el éxodo jujeño- exclamó: “Si en todos los corazones americanos existe la misma actitud que en el vuestro, el triunfo de la causa sería más fácil”.

Su casa siempre estuvo abierta para recibir a los patriotas que por una u otra misión de los ejércitos de la patria eran enviados a Salta. Pueyrredón, Belgrano, Castelli y López conocieron la hospitalidad de esa generosa dama.

En 1820, a pesar de su quebrada economía causada por la guerra, donó dos mil pesos y la poca caballada que le quedaba a la patriota acción que llevaban adelante los gauchos del norte.

Despojada de casi toda su fortuna, su espíritu no se quebrantó ni aun ante la dolorosa situación que significaron las guerras internas que debió soportar.

El 5 de marzo de 1873 murió a los ochenta y tres años con la única fortuna que le había quedado: el amor de su pueblo salteño, que la veneraba.

Sus restos descansan hoy junto a los de Martín Miguel de Güemes, Carmen Puch y otros patriotas, en la catedral de la ciudad de Salta.

 

Nota: Esta reseña es una colaboración de José Olivieri, Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de la Ciudad de La Banda (Facebook: Asociación Cultural Sanmartiniana Filial La Banda).

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