No quedan muchas pruebas, de aquí al Mundial, para la Selección argentina. Ante Rusia, más allá de la victoria por 1-0 con gol de Sergio Agüero, el equipo de Jorge Sampaoli jugó un partido correcto, de seis puntos, con algunas aristas interesantes en cuanto al rendimiento colectivo y con algunos rendimientos individuales que fueron superlativos y que entusiasman de cara al futuro.
Ante un equipo que por momentos intentó presionar bien arriba y que en otros se replegó con muchos hombres en su campo y achicó espacios hacia atrás, la Selección manejó muy bien la pelota (sobre todo en el primer tiempo), aunque a veces arriesgó más de la cuenta en zonas de la cancha en las que no suele ser conveniente hacerlo.
La mayoría de las veces que Rusia presionó arriba, la Selección salió bien del fondo, tocando el balón con paciencia y convencimiento. Hubo una o dos jugadas en las que perdió el balón en cercanías al área, en ese afán por querer salir jugando siempre, y es ahí cuando el equipo argentino pasó un poco de zozobra. Un punto a mejorar, seguramente. Y un punto también en el que hay que saber diferenciar cuándo arriesgar y dónde hacerlo, porque intentarlo siempre no es lo adecuado, ya que el rival estará prevenido de esta situación y tratará de sacar provecho de ello.
Algo bueno que mostró Argentina ante Rusia fue la presión post pérdida del balón, con delanteros, volantes y defensores comprometidos y apretando a los rivales. Logró recuperar muchos balones así y debió terminar en gol un par de jugadas que fueron muy claras, tras tomar mal parado y muy abierto al rival. Hizo muy bien lo de la recuperación del balón, falló en los metros finales de la cancha, a la hora de definir. Otro punto a corregir.
En el aspecto individual hubo puntos altos muy interesantes. Sergio Agüero, más allá del gol, fue el mejor de Argentina, el hombre más peligroso, el que hizo revolcar en un par de acciones al muy buen arquero ruso, que le ahogó magníficamente dos jugadas generadas por el propio "Kun".
Amén de esto, Agüero entró y salió de medio de los centrales rivales. Jugó muy bien de espaldas y de frente al arco rival; se asoció con Messi y hasta lo asistió de manera brillante al "10" en una clara opción de gol. Se lo vio activo y muy metido a Agüero. Con esta actuación se gana un lugar en el Mundial, si es que alguien tenía alguna duda respecto de su presencia.
Otro punto alto de Argentina fue Nicolás Otamendi, en una versión muy mejorada que, de la mano de Guardiola en el City, pasó de ser un defensor un tanto tosco, a uno muy dúctil, capaz de jugar muy bien la pelota tanto en defensa como en ataque.
Otro que jugó un partido perfecto, tácticamente hablando, fue Matías Kranevitter. El tucumano hizo muy bien todos los relevos, estuvo siempre muy bien ubicado, le dio un destino claro a cada balón que pasó por sus pies y se equivocó muy poco en la cesión a un compañero. Otro aprobado para él.
El debutante Germán Pezzella fue otro de los que se mostró muy sobrio en lo que estrictamente le corresponde a un defensor. Bien por arriba, firme por abajo, fue el más expeditivo de los tres defensores, dejando en claro que cuando las papas queman, no hay que intentar salir jugando. Hay que reventarla y así lo hizo. Otro aprobado.
Los demás, incluido Messi, tuvieron un partido de cinco puntos, con algunos destellos, pero sin grandes estridencias. Quizás el que menos lo aprovechó fue Giovani Lo Celso, el ex Rosario Central (hoy en el PSG francés), que se mostró un tanto lento e irresoluto con el balón en los pies.
El que tuvo pocos minutos y sí aprovechó su chance, fue Cristian Pavón, delantero de Boca, que también hizo su debut en la Selección mayor. Le bastó sólo una combinación con Messi, con posterior desborde y centro atrás (obviando el off-side), que terminó con el gol de Agüero, para dejar en claro que puede ser importante para abrir a defensas que se cierren mucho atrás.
"Dimos un paso adelante", dijo Sampaoli en la conferencia de prensa.
Un paso más hacia el objetivo de consolidar un equipo, una idea, un paso más hacia el objetivo final: el Mundial.
