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Opinión Haciendo lo que no hay que hacer

Cambio heladera por voto

Marcelo Lugones y Emilio Rached, principalmente, han denunciado sistemáticamente la desventaja electoral que supone la utilización de los recursos del Estado para ???comprar??? voluntades, principalmente entre los sectores más carenciados de la sociedad.

Haciendo lo que no hay que hacer. Tal debería ser el slogan de Cambiemos en Santiago del Estero, tras el escándalo que se desató por la llegada de más de 15 camiones con acoplados cargados con heladeras, cocinas, baños completos, electrodomésticos y todo tipo de elementos que fueron distribuidos entre familias de escasos recursos de Frías, Pinto y Clodomira.

 

Marcelo Lugones y Emilio Rached, principalmente, han denunciado sistemáticamente la desventaja electoral que supone la utilización de los recursos del Estado para “comprar” voluntades, principalmente entre los sectores más carenciados de la sociedad.

 

El delegado del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Federico Larsen, admitió que los camiones contienen envíos del gobierno nacional para familias de escasos recursos relevadas al paso del Tren Sanitario por nuestra Provincia, hace ocho meses. Y reconoció que no hubo intervención de autoridades provinciales o comunales ni comunicación previa del arribo de la flota.

 

Pretender simular que es una casualidad que hayan llegado las soluciones del “tren electoral” a 18 días de los comicios es de una inocencia inexcusable, en el contexto de un análisis político con visos de seriedad.

 

Haciendo lo que no hay que hacer, Cambiemos bien puede que esté "comprando" votos con heladeras, o cocinas.

 

Cambiemos. De bolsines con grasa, harina y alimentos secos ni hablar. Entran en el terreno de las excomuniones electorales del "pobrerío".

 

El cinismo arrasa con sonrisas en Facebook, frases hechas para la ocasión, promesas incumplidas, fotografías con pobres y —ahora— con el rasero de la doble moral del “haz lo que digo pero no lo que hago”.

 

Deberá saber la sociedad que las casualidades no existen. Sí, las causalidades. Y en Cambiemos, la dádiva sorprendentemente generosa deja en el aire el tufillo de que cada familia que extendió sus manos para recibir introduzca el próximo 22 de octubre su voto a este proyecto político. Que en Santiago huele a naftalina y nada de nuevo tiene.

 

Cambio heladera por voto, haciendo lo que no hay que hacer, mientras ruego que el maquillaje dure hasta el domingo 22. La política prebendaria —como la gente fea— es espantosa sin maquillaje

 

Y que quienes hablan de mi inconsistencia discursiva cierren un poco la boca. Y que a quienes las escriben se les acalambren las manos. No vaya a suceder que la gente se de cuenta que la estoy “aparateando” cuando tanto asco dije que me da el “aparatear” de los demás.

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