Fernando Oliva (“El Turco”), vocalista principal de Cachumba, estará presente mañana en La Esquina del Recuerdo (Club de Maestros), en Santiago Capital, en el club San Carlos (La Banda), en La Fiesta Disco (Clodomira) y el domingo en las fiestas patronales de Pozo Hondo.
El joven cantante habló como siempre primero con Nuevo Diario sobre las fiestas en las que será el número principal: “Cachumba nació a principios del 94, con un grupo de amigos amantes del cuarteto, de la zona sur de la capital de Córdoba. Tocábamos en fiestas, en asados, en baldíos, plazas, en fin, a donde teníamos la posibilidad. Con el correr del tiempo empezamos a tocar en los centros vecinales de los distintos barrios, hasta que tuvimos la oportunidad de grabar el primer CD allá por el 97”, comienza diciendo.
Fernando “El Turco” Oliva se ganaba la vida trabajando de pintor, albañil, cartero, decorador, playero de estación de servicio o verdulero. “Nadie te garantiza que todo lo que hiciste o fuiste era lo único y lo último. Porque todo lo mejor siempre está por llegar. Comencé con la ilusión de ser un gran artista. De hecho creo que ese ángel, que todavía perdura en el tiempo, fue el sueño que se transformó en una magia indestructible”.
Consultado sobre cómo se definiría, el cantante dice: “Soy un bohemio; lo vivo a flor de piel. Siento la música como un arte, un puente entre el bailarín y el intérprete, que va mucho más allá del comercio. Amo la música y es una bendición. Ser un comerciante de la música es vivir netamente buscando el gancho, para que te salga bien el comercio. Ser bohemio es ser un apreciador, un amante de la música en sí, como me pasa a mí. Me gusta el tango, la música antigua, el rock, el folclore, la literatura. Yo empecé de niño escribiendo poesía. Cuando vos estás salpicado de una variedad de géneros, marcás una diferencia en tu modo de ver las cosas”.
Sobre el cuarteto de barrio, como el cantante define a la música que hace, dice: “Desde el día en que nació el cuarteto es un género, sólo que no lo dejaron trascender en su momento. El cuarteto es un mensaje que se pasa piel a piel, como cualquier otra música. Negarlo es imposible. ‘Somos la colonia barata: algo que no es bien visto, pero que nunca falta’, dice una canción y se refleja en nuestra idiosincrasia cordobesa. Le coqueteamos al encargado de divertirnos las fiestas. Pero nos cuesta confesarle nuestro afecto, nuestra admiración. Es así como se vive el cuarteto en otras clases sociales, pero no en los bailes familiares como los que haré en Santiago del Estero. Aquí es donde la gente sale a bailar y se siente bien, disfruta y se olvida por un rato de tantos problemas”, dice.
