Marcelo Gallardo, entrenador de River Plate, campeón de toda competencia que se le presentó, supo llevar a un grupo humano a superarse en la adversidad como lo hizo en toda su gestión.
El joven director técnico dio una clase motivacional tras perder en Bolivia por 3 a 0. El DT sacó al plantel del complejo de Ezeiza y lo lo llevó al predio de Cardales.
El cambio, desde ya, da la pauta de un "click" psicológico como todo cambio de rutina. El "Muñeco" habló y escuchó a todos en el centro de alta complejidad deportivo de la zona del Delta de Buenos Aires.
Allí observó a uno por uno. Los miro a los ojos y le trasmitió esa injección de optimismo.
Lo que pasó el jueves, en el comienzo de la primavera, en el Monumental fue especial. Los jugadores atraparon en el aire el mensaje de "Napoleón". Lo plasmaron en la cancha y con creces.
Varios de los históricos del plantel ya conocían al entrenador y su actitud para sacar adelante el grupo humano de los bajones anímicos, pero los más nuevos también se mezclaron en esa química como si fuera que ya hubiesen estado con Gallardo desde el principio de su gestión.
Fue un baile de primavera ante el modesto Jorge Wilstermann, que había ganado 3 a 0 en Cochabamba, quizás el resultado más importante para el club del altiplano.
En Mendoza, hace unos años atrás River había perdido 5 a 1 en el Malvinas Argentinas y el DT de River dio una de las mejores conferencias de prensa. Habló de todo y sin pelos en la lengua cuando todos pedían su cabeza. Remontó la situación y unos meses después River ganó el título de AFA, la copa Libertadores, otra copa y otra…
Con esa mirada cauta y sin dejar nada al azar, Gallardo observa uno por uno a los suyos y con la mirada del dice todo. Ellos salen y ganan.
