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Opinión Columna

Las PASO y el nuevo escenario para el peronismo

Guido Braslavsky

Desde Buenos Aires

Los resultados de las PASO dejaron muy complicado al peronismo en su aspiración de recuperar el poder en 2019. Cristina Kirchner mostró su gran fortaleza en la Provincia de Buenos Aires pero al mismo tiempo su debilidad, un techo electoral que difícilmente pueda superar. Es altamente probable que en unos días, cuando se conozcan los datos del escrutinio definitivo, quede primera en la contienda por la senaduría.

 

Hubo más que olor a manipulación de la carga de datos en la madrugada del lunes: faltan escrutarse cientos de mesas de la tercera sección de Buenos Aires (el sur del conurbano), el gran bastión cristinista, municipios donde la ex mandataria se alzó con ventajas muy importantes.

 

Pero, aunque termine superando por mínimas diferencias al macrista Esteban Bullrich, la virtual paridad no es buen escenario para Cristina, que se ha convertido en la opositora más funcional a la estrategia del Gobierno. La ex mandataria tiene tanto caudal electoral como para que nadie pueda objetarla, pero termina obturando la emergencia de un nuevo liderazgo en el peronismo, de una renovación que lo haga mirar con optimismo el 2019.

 

La estrategia de “espanto” a Cristina, sencilla, le funcionó al Gobierno. Bullrich para senador, con envión de la gobernadora Vidal, le discutió voto a voto. El kirchnerismo imaginaba sacarle al menos 5 puntos. Hubo un electorado que “no quiere volver al pasado” al decir del Gobierno. Y con muchos problemas de bolsillo, e incluso penurias, “le dio crédito al Gobierno, con esperanza”, resumió un alto funcionario.

 

“Paren un poco de darle manija a Cristina, que las cosas se les pueden descontrolar”, le dijo hace un par de días un legislador massista al titular de la Cámara de Diputados, el macrista Emilio Monzó, cuando se cruzaron para un discurso que dio en el Congreso el presidente del Banco Mundial, de visita en el país.

 

En 2015 fue a la inversa: Cristina eligió a Macri, el rival “ganable”. Le habilitó obras en la Ciudad de Buenos Aires -Macri era alcalde, se recordará-, entre muchas otras, correr un alambrado “nacional” del Aeroparque para que la Ciudad pudiera terminar la autopista Illia que permite salir hacia zona norte. Cientos de miles de personas perjudicadas por años, por “no ponerse de acuerdo” sobre esa obra, cosas de la política. Cristina y Macri la inauguraron juntos. Cristina alzó al alcalde, y se sabe cómo terminó esa historia.

 

Hubo ola amarilla el domingo, no sólo en Buenos Aires, también en Córdoba y desde ya la Ciudad, con Elisa Carrió. Pero Cambiemos obtuvo firmes triunfos muy simbólicos nada menos que en provincias “peronistas” como La Pampa y San Luis, esta última alambrada por los Rodríguez Saá desde hace 30 años.

 

Siete gobernadores peronistas vieron derrotadas las listas que defendían. Un puñado (el salteño Juan Urtubey, el chaqueño Domingo Peppo, entre otros) quedaron en pie.

La polarización dejó en situación muy difícil a Sergio Massa, con 15 puntos en la Provincia. Cambiemos irá por sus votos. Y si se arma el “Boca-River” en octubre no habrá lugar para terceros.

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