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Opinión Especulaciones y estrategias ante el nuevo escenario electoral

???Cristina no será Perón, nadie lo imagina así???

Por Guido Braslavsky.

Las pasiones políticas son así: hay mucha gente emocionada por el regreso activo a la arena de Cristina Kirchner. No se habla aquí de los que hacen cálculos, como los intendentes del conurbano hartos de la ex presidenta que viendo lo que ella medía en sus distritos, se dieron vuelta para apoyarla, sabiendo que caso contrario podían perder mayorías en los concejos deliberantes y terminar destituidos.

 

Los apasionados son los que llevan a Cristina tatuada en la piel, literalmente; y si no están en esa “onda”, tatuada en el alma. Una feligresía fiel y apasionada, que “creee” casi religiosamente, blindada ante cualquier acusación a quien está procesada en al menos 3 causas: ventas de dólar futuro a precios fuera de mercado en las postrimerías de su mandato (justificadas en evitar una corrida); las concesiones de obra pública a Lázaro Báez; y asociación ilícita y lavado de dinero en el expediente Los Sauces SA, nombre del hotel lindero a su residencia en El Calafate.

 

Para el cristinismo, todo es una persecución política. Con su particular carisma y dominio de escena se desplegó Cristina hace unos días en el club Arsenal, horas antes del cierre de listas que confirmó su candidatura a senadora.

 

Cualidades

 

Como definió hace unos años Adrián Suar, ella es “muy Polka”. “Tiene una fibra dramática muy fuerte, llega a la gente, maneja los tiempos televisivos. Le ofrecería trabajo en una telenovela”, había dicho el productor sin ánimo de ironía.

 

Esas cualidades tan importantes en tiempos de “videopolítica” faltan a sus contrincantes, empezando por el presidente.

No fue todo de un día para otro. Cristina era una senadora aguerrida, con su impronta de dama rebelde, pero no tenía en absoluto la llegada a la gente que fue construyendo desde su primera presidencia en 2007. Su presencia dramática llegó al clímax con causa tras la repentina muerte de Néstor Kirchner en 2010.

 

“Pingüino o pingüina”

 

Este cronista fue testigo de esa evolución. En 2007, cuando Kirchner alentó el juego de “pingüino o pingüina” sobre su sucesión, una tarde en un acto de inauguración de un hospital de alta complejidad en el sur del conurbano (“El Cruce”, en Florencio Varela) inició la estrategia de darle el micrófono, empezando a pasarle la posta. “¡Y ahora les va a hablar Cristina...!” la introducía.

 

“Y esta quién es...”, parecía preguntarse la gente. La senadora era conocida, pero por su rol de primera dama, y generaba más que otra cosa, curiosidad. Tenía ella además una relación distante con la gente. El “numerito” que hacían los Kirchner terminó por imponerse por repetición.

 

Desde entonces muchas cosas pasaron y la construcción de un gran liderazgo ha sido condición de su regreso. Pero nada es para siempre. Cristina no será Perón, nadie lo imagina así. Y ya está lejos de aquel 54% de 2011.

 

Se le da entre 25 y 35% de intención de voto, lo que no es poco. Pero, para muchos, su vuelta al escenario grande no hace más que retrasar el recambio en el peronismo y la aparición de un nuevo liderazgo que le permita a ese movimiento volver al poder en 2019. Esa mirada tiene también el macrismo, que alienta y se cree beneficiado con el lugar que ha venido a ocupar la ex mandataria.

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