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Especiales CULTURA

???CLARO QUE ESCRIBIR SIRVE DE ALGO, PERO NO A TODOS NI DE LA MISMA FORMA???

???Autoayuda???, la segunda novela del autor chileno, llega las librerías luego de su exitosa ???Geografía de lo inútil???, editada en 2010.

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Obra. Crédito: El autor reveló que fue fundamental el libro ???El camino del peregrino???, ya que en la novela intentó versionar y torcer ???el itinerario espiritual??? de ese peregrino.

En la novela “Autoayuda”, Matías Correa (Chile, 1982) sumerge al lector en el mundo cotidiano de Mena, un hombre que a partir de la partida intempestiva de su mujer ingresa en un proceso de crisis y autocompasión con muy pocas posibilidades de comunicarse con otros hasta que aparece Genaro Scott, un vecino que escribe libros de autoayuda y con el que logra establecer un vínculo, pero ninguno podrá superar su propia tragedia.

 

 

Correa define a sus personajes como “tipos horribles” y explica: “Genaro mantiene a Mena sobre la línea de flotación sentimental cuando el frágil equilibrio que sostiene su rutina se va al carajo; Mena, por otro lado, se convierte para Genaro en un problema menos grave, más fácil de enfrentar que su propia tragedia”.

 

 

En diálogo con la prensa, el filósofo y escritor, que reside en Chile, y también publicó las novelas “Geografía de lo inútil” y “Alma”, relató que durante el tiempo de escritura de “Autoayuda”, editada ahora en la Argentina por Metalúcida, fue fundamental el libro “El camino del peregrino”, ya que en la novela intentó versionar y torcer “el itinerario espiritual” de ese peregrino, que “conduciría hacia la continua y perpetua invocación del nombre de dios”.

 

 

- ¿Cómo construiste esta historia?

-Comencé a escribir los primeros borradores poco antes de pasar una temporada en Iowa. El plan era terminar el manuscrito allá, regresar con una novela acabada en la maleta. El plan falló, por supuesto. Lo bueno es que durante ese viaje encontré una copia de “El camino del peregrino”, un libro que Salinger pone en manos de Zooey Glass cuando escribe la primera parte de “Franny & Zooey”. Por entonces, ignorante y flojo, ya me había hecho la idea de que “El camino del peregrino” era un invento de Salinger, un truco nomás. Pero no, el libro existía. En gran parte de la novela versioné y torcí el itinerario espiritual que, según el libro ese, el del peregrino ruso, conduciría hacia la continua y perpetua invocación del nombre de dios. O tal vez me haya equivocado y sin querer construí una comedia.

 

- Mena, el protagonista, es un hombre muy solitario y el encuentro con Genaro parece ayudarlo a entender lo que perdió, sus vacíos.

- Son tipos horribles los dos. Mena, por la biografía que tiene, radicalmente superficial, hueca; Genaro, evidentemente, por su cara, un rostro deforme que esconde tras lo que escribe: libros de autoayuda. Si acaso personajes así pueden brindar auténtica y efectiva ayuda -salvarse o hacerse bien el uno al otro, a quien sea-, no lo creo, lo dudo. Aunque sí parecen necesitarse mutuamente para no hundirse: Genaro mantiene a Mena sobre la línea de flotación sentimental cuando el frágil equilibrio que sostiene su rutina se va al carajo; Mena, por otro lado, se convierte para Genaro en un problema menos grave, más fácil de enfrentar que su propia tragedia.

 

- Hay algo del encuentro con el otro, con Genaro que le genera empatía pero con límites. En un momento el narrador dice: “Lo leés a él, lo ves a él: te sientes acompañado por Genaro. Más que eso, en el fondo, te sientes reconfortado por no ser él”.

- Pensaba en conferencistas motivacionales como Nick Vujicic cuando escribí eso. Los accidentes, las enfermedades y el azar son capaces de poner en evidencia una asimetría tan brutal que, al contrastar las circunstancias ajenas con las propias, ofrecen la ilusión de cierto bienestar, algo parecido a una felicidad relativa y volátil. Lo que es una pelotudez, pero pasa y es algo que, tanto por uno mismo como por los demás, se deja manipular con facilidad.

 

- En el libro también aparece la escritura como herramienta de ayuda. Esto le pasa a Mena y también a su madre.

- Subrayar la vocación terapéutica de la escritura da para pensar la gramática como gimnasia intelectual, así como para explorar lo más afectado y melancólico de la memoria, de la propia biografía. Si es que escribir sirve de algo, claro que sí, pero no a todos ni de la misma forma.

 

- ¿Qué literatura te interesa?

- Prefiero responder sobre libros y no literatura: me interesan los libros que termino subrayando, los que invocan notas al margen, dibujos, diagramas y otros garabatos.

 

- ¿Qué libros que subrayaste últimamente?

- “La destrucción del mundo interior”, del poeta Juan Santander Leal; una selección de artículos de Frege, “Ensayos de semántica y filosofía de la lógica”; y el imprescindible “Nicotina”, de Gregor Hens. Vale la pena recomendarlos y rayarlos, al conjunto de ellos. Hay tanto cuidado y precisión en la mano y el ojo de esos tres, así como cierto espontáneo titubeo o indecisión relativa a lo que los libros proponen, que por separado (y debido a razones muy distintas, a mi parecer) cada uno de ellos ofrece una diferente lección de estilo. Son libros que convencen sin trampa. Espero no equivocarme en esto último, al menos.

 

- “Autoayuda” es una reedición. ¿Cómo fue la convocatoria de la editorial Metalúcida?

- Después de que la novela se publicara en Chile, le comenté a un amigo que estaba buscando editorial en la Argentina; él también escribe, vivía en Buenos Aires y le recomendó la novela a la gente de Metalúcida. Poco después recibí un correo de ellos y empezamos a hablar. Fueron buenas las conversaciones por Skype. Además, ya conocía lo que escribían Noah Cicero y Paz Soldán; el año pasado leí a Santiago La Rosa y también a Forcinito. Me gustó el catálogo de la editorial.

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