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A 100 A??OS DE LA CREACI??N

Daniel Guzmán. El Colegio del Centenario cumple sus cien años, al servicio de la educación popular y de la cultura de la ciudad Capital de Santiago del Estero.

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Homenaje. Crédito: El laicismo como ideario positivista y liberal acompañó la fundación del Colegio, y sus primeros pasos.

Podemos decir que el Colegio Normal del Centenario venía a cerrar un plan de crear institutos que formarían a los docentes que acompañaron la expansión de la “escuela primaria” (Tedesco, 1982:145) en Santiago del Estero. El laicismo como ideario positivista y liberal acompañó la fundación del Colegio, y sus primeros pasos.

 

 

Los primeros docentes de la escuela del Centenario, fueron activos difusores del mutualismo, entendido este, como emprendimientos sociales, que buscaron el bien común de toda la sociedad, y especialmente de aquellos sectores que más lo necesitaron.

 

 

La Liga del Magisterio gobernó los destinos de la docencia santiagueña hasta aproximadamente 1930, y nucleó figuras centrales de la educación local, como Ramón Carrillo, Federico Lannes, Vicente Zuloaga, y Vicente Paz. Tenían la idea de que el docente era un “obrero de cultura” (Carrillo, 1930:1), concepción atravesada por el idealismo y el socialismo de principios de siglo. Esta agrupación dominó el Consejo de educación, y las rectorías de las escuelas capitalinas, y de La Banda, en las primeras décadas del siglo XX. El profesor Elvio Ávila, sostiene que la escuela comenzó a funcionar en 1917, y con el nombre inicial de “escuela monumental del Centenario” (Ávila, 1992:12). Si visitamos las fuentes históricas del proyecto del Colegio, la piedra fundamental fue colocada por el gobernador Manuel Argañaraz en 1910, y su nombre era “Escuela Monumental” (Argañaraz, 1910: 10), y con ello se diseñó una institución amplia y con muchas aulas, siguiendo el modelo de las entidades positivistas que fueron construidas en esos años en la Argentina por la elite cientificista liberal.

 

 

Antenor Álvarez, que perteneció a este grupo intelectual, entre 1913 y 1916 creó 106 escuelas laicas, por lo que su política expansiva tenía el fin de educar al pueblo desde la perspectiva sarmientina. Una tradición afincada en la Normal, Nacional, y Biblioteca Sarmiento, por lo que muchos intelectuales apoyaron las ideas de Álvarez de crear escuelas en aquellos lugares donde las mismas provocarían cambios de mentalidad en la ciudadanía.

 

 

Alén Lascano sostiene que la creación del Colegio del Centenario, era parte de una táctica para erradicar el analfabetismo (1998:235) de la provincia. El modelo institucional de la Centenario, fue la escuela Zorrilla, referente del magisterio positivista, y centro de perfeccionamiento docente desde principios del siglo XX. En el cual Máximio Victoria tuvo sus discípulos, y discípulas, que ocuparían los principales cargos del sistema educativo provincial. Antenor Ferreyra, nos relata que en las muchas reuniones en la citada institución, en 1909, surgió la idea de construir una escuela que representara el modelo científico del progreso. La Zorilla, fue centro obligado de toda la intelectualidad positivista, donde docentes, y profesionales, discutieron, y debatieron sobre política educativa laica, lucha contra el analfabetismo, corrientes pedagógicas, y los pasos a seguir.

 

 

Este colegio fue construido en el centenario de la revolución de Mayo, y por lo tanto inaugurado el 25 del citado mes de 1916. Fue parte del proyecto positivista de Antenor Álvarez, quien quería crear un Colegio de esa tendencia, que se preocupase por la ciencia, para transformar a la sociedad. La provincia estaba sosteniendo una política de crear escuelas públicas, dotándolas de lo necesario para su funcionamiento, y ubicándolas en espacios de necesidad, como era el barrio Centenario, habitado por obreros, y trabajadores del estado. El gobernador supervisó en persona la construcción del edificio escolar, que debía tener gimnasios, gabinetes científicos, biblioteca, anfiteatro, sanitarios, patios parque, y mucha iluminación, para poder contener grandes espacios arbolados. Fue el edificio más avanzado de la provincia, porque contaba con un gran número de aulas, y estaba dotado con bibliografía actualizada sobre ciencias, y literatura mundial.

 

 

Ángel Frías presidente del Consejo de Educación de la Provincia, fue otro de los artífices de la construcción del Colegio que historiamos. Si analizamos el acta de inauguración del Colegio, observamos un numeroso público, formado por señoras, caballeros, docentes, políticos, y funcionarios del gobierno. Según los archivos del Colegio, se llamó Escuela Normal Provincial desde su fundación hasta 1917, y luego se la llamó Nicolás Avellaneda, y tuvo como primera directora a la señora Isolina Figueroa, discípula de Francisca Jacques, con lo cual su postura laica marcó toda su gestión.

Bajo el gobierno de José Cabanillas, la Centenario comenzó a funcionar, debido a que recién en 1917 se realizó la conexión de luz, se autorizó la inscripción de alumnos. Fueron más de 500, que ingresaron en el establecimiento, y debido al eco causado en los barrios aledaños, Cabanillas inauguró el Museo Arcaico que funcionaría en el hall de la Escuela, con lo que se daba todo el apoyo estatal a la institución recién nacida.

 

 

En 1917 Manuel Argañarás eligió el Colegio para lanzar la primera campaña ecológica de la provincia; en ese tiempo la Sociedad Forestal estaba talando los bosques santiagueños, y comenzaron a alzarse voces en contra de la citada práctica destructiva de nuestros recursos naturales. Pero todos estos logros, se debieron a la mirada visionaria de Isolina, que abrió espacios, para campañas de concientización en la sociedad, sobre la higiene, la urbanización, y la importancia de la escuela.

 

 

En 1919 Isolina, emprendió la dotación de infraestructura para la escuela. Llego la corriente eléctrica a toda la entidad, la máquina de escribir para la secretaria, un biógrafo para el anfiteatro, obras de salubridad, y cercado para las plantas y árboles que poseía la institución. De esta manera, la Universidad de Tucumán, la eligió para dar sus clases magistrales, que todos los años, ofrecía a los estudiantes de Santiago del Estero. El prestigio, de la Centenario, fue creciendo con los años. Pedro Cinquegrani, Manuel Gómez Carrillo, Enrique Almonacid, Augusto Helman Gauna, Angela Capovila, José Montiel, Fransisco Viano, Gregorio Guzmán Saavedra, y María Aliaga Rueda, y muchos otros intelectuales pasaron como docentes en sus aulas.

Lo que nos indica el papel no sólo educativo, sino cultural, que tendría esta entidad durante toda su rica trayectoria en la comunidad santiagueña. Isolina Figueroa dio inicio, con su gestión, a una larga tradición de servicio a la educación popular, que todas las gestiones posteriores, continuarían, de tal manera, que dejarían su sello, en el engrandecimiento de esta institución centenaria, que hizo, y hace por la educación de generaciones de santiagueños.

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