Es una curiosidad o una maldición. Con Ariel Holan como técnico, Independiente mantiene un invicto de ocho partidos.
Pero en los cinco encuentros que jugó en el Libertadores de América (cuatro por el torneo y uno por la Sudamericana) no pudo festejar.
Es Deportivo Empate. En un partido cambiante, que pudo ser triunfo o derrota, igualó 2-2 contra Estudiantes. Quedó una sensación compartida, que ambos perdieron dos puntos.
De repente, después de tanto esperar, de tantas palabras en la antesala, Independiente venía modificando el escenario: Holan -la cara más visible de este ciclo naciente y creciente- le generó al equipo el entusiasmo nuevo de pelear allá arriba, sobre todo cerca de la clasificación a la Copa Libertadores, esa obsesión a la que empuja la historia del Rey de Copas.
Y en ese contexto, se observa una impresión: Independiente está aprendiendo a soltarse dentro del plan que propone su técnico llegado desde el hockey sobre césped.
La consecuencia es visible: mejoró el funcionamiento colectivo y crecieron varios rendimientos individuales. Al amparo de eso también llegaron algunos buenos resultados. De todos modos, queda claro: hay mucho para mejorar, para corregir.
El primer tiempo sirve como testimonio de ese concepto. Independiente fue, por momentos, mejor que su rival.
También hizo un golazo (centro de Rigoni, cabezazo de Gigliotti y chilena de Benítez) y le anularon otro (a Gigliotti, por una falta que no pareció tal, sobre todo en un deporte de contacto). Pero no lo liquidó a un Estudiantes que viene perdiendo intensidad en su juego y eficacia en su búsqueda de pelear el título (había convertido apenas dos goles en los últimos tres partidos, sin victorias).
