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La Provincia Primera parte

Una mirada especial sobre la historia de la masonería

Por el Dr. Mario Corvalán

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Historia Crédito: La masonería, una práctica que viene de siglos.

Al considerar el origen y evolución históricos de la masonería debe tenerse presente que, una de las tácticas de esta sociedad para mantener su carácter secreto es la de pretender presumir de un fabuloso pasado que se pierde en la noche de los tiempos, pero, claro está, sin presentar documentación alguna que avale tan presuntuoso origen. Ello con el doble objeto de otorgar a la entidad el lustre de antiguos pergaminos, y para ocultar su vinculación como instrumento de la evolución política de las potencias anglosajonas que fundamenta su imperialismo sobre el más crudo capitalismo liberal, del cual la masonería se constituyó en uno de los principales engranajes, destinado a otorgar unidad ideológica al grupo dirigente, comprometer lealtades en base a juramentos de fidelidad, al mismo tiempo que protección y adelantamientos en los intereses económicos y políticos de los miembros de las logias.

 

 

Otros de exuberancia imaginativa algo menor, “prueban que existió en Asiria, Babilonia y en el Egipto de los faraones. Ya acercándonos en el tiempo, “historiadores más serios” nos relatan peripecias de la masonería durante la época de la Roma de los Césares previo origen en la antigua Grecia.

Finalmente otros menos falaces sitúan el origen en la Edad Media.

 

 

Los secretos

 

 

Estos secretos hubo desde que la sociedad humana existe, de origen y objetivos los más variados, pero de ninguna forma pueden ser considerados como antecesores de la masonería.

 

 

Todas ellas estaban destinadas a un solo objeto: apoderarse del poder político y del dinero, por parte de pequeños núcleos y asociados para sojuzgar a los pueblos.

En este aspecto, la masonería se parece a sus antecesores, pero jamás se ha demostrado que la masonería actual sea una continuidad de aquellos, con las cuales no presentan tan siquiera semejanza organizativa. China por ejemplo, ha sido tradicionalmente el paraíso de las sociedades secretas.

Poco antes de acceder el comunismo al poder existían más de trescientas sociedades secretas distintas ninguna de las cuales presentaban rasgos similares a la masonería.

 

 

A principio de la década de 1640 estalla en Inglaterra una larga guerra civil originada en las pretensiones del parlamento de contrarrestar el absolutismo del rey Carlos I.

El parlamento inglés de entonces —y hasta ahora— estaba compuesto por terratenientes y sus representantes y por los grandes mercaderes y capitalistas agrupados en la City de Londres. El célebre Oliverio Cromwell, miembro del parlamento, tomó la jefatura de los rebeldes y con gran maestría fue conquistando a lo largo de años diversas regiones de Inglaterra, hasta dejar al rey encerrado tras los muros de sus castillos.

 

Desde hacía siglos, casi desde comienzos de la Edad Media, existían en toda Europa diversos gremios que agrupaban a los trabajadores según su especialidad.

El gremio más conspicuo y poderoso durante la época a la que nos referimos en Inglaterra era la de los constructores o masones, palabra con la que se designa en inglés y también en francés a los albañiles. También el gremio tenía por objeto resguardar los diversos secretos que, en el arte de construir o de enseñar, se iban adquiriendo a través del tiempo, tal como en nuestros días cualquier empresa resguarda sus secretos industriales con el objeto de impedir que sus competidores se beneficien con los adelantos técnicos o científicos por ella logrados; además, para evitar que los gremios se vieran infiltrados por espías cada agrupación gremial había adoptado un código secreto de signos de reconocimiento, y de palabras o consignas de pase, que sólo eran conocidos por los componentes de la logia.

 

Tres grupos

La logia de constructores estaba jerárquicamente estructurada en tres grupos: los aprendices, constituidos por quienes se iniciaban en el arte de la construcción y en el cual permanecían durante largos años hasta que sus conocimientos, su diligencia y la necesidad de cubrir vacantes en el segundo grupo le permitían acceder a éste.

El segundo grupo estaba constituido por los compañeros, compuestos por elementos de mayores conocimientos y práctica, y que podríamos asimilarlos a los actuales capataces o maestros mayores de obras.

 

 

Luego de largo aprendizaje accedían los de este grupo al tercero y último de maestros, a quienes podríamos asimilar a los actuales arquitectos o ingenieros.

El gremio usaba como emblema de su organización la escuadra, el compás y la plomada. Hasta el advenimiento de la Reforma protestante, sus componentes eran profundamente devotos al catolicismo, Iglesia para la cual construyeron las más afamadas catedrales de Europa. Luego en los países convertidos al protestantismo, siguieron en general a la opinión mayoritaria.

 

 

Al estallar la rebelión de Cromwell, el gremio de constructores hasta entonces muy favorecido por los reyes se declaró a favor del rey Carlos I. Y para reconocerse entre ellos, adoptaron a sus necesidades conspirativas las insignias, emblemas, signos de reconocimiento y de pase, etc.

Del código secreto de los constructores, estos libres y aceptados masones prestaron grandes servicios a la causa del rey.

 

Cambios fundamentales

Con motivo de la revolución de 1688, que expulsa a Jacobo II y entroniza primero a Guillermo de Orange y luego a la dinastía de los Hannover, los masones de las logias volvieron a jugar, ya transformados en verdaderos comités políticos, un papel decisivo.

La nueva dinastía trajo aparejados cambios fundamentales en Inglaterra, que se acentuaron con motivo de las guerras de la coalición europea contra las tentativas hegemónicas de Luis XIV de Francia y la Guerra de Sucesión de España. Por una parte, Inglaterra pasó a constituirse en una de las potencias de primer orden, y se convirtió en refugio seguro para los capitales de Europa continental, sometida a continuas guerras. Coincidentemente el cambio político inglés consolidó la supremacía del Parlamento sobre la monarquía.

 

 

Es decir, la City, o sea el gran capital que controla el Parlamento, sometió a la monarquía, consolidó firmemente la supremacía de la Iglesia Anglicana, consolidó a la Marina como el arma primordial de Inglaterra para mantener a su territorio invulnerable a cualquier tentativa de invasión y proteger al comercio inglés a la vez que arruinaba, con sus actos de piratería, la de sus adversarios. Pero fundamentalmente se instituyó una doctrina política-económica, cuyas cláusulas correctamente observadas debían conducir a la grandeza de Inglaterra y la constitución de un gigantesco imperio que constituiría la felicidad de su pueblo, mejor dicho, la oligarquía.

 

Mercaderes

Esa doctrina era la del liberalismo, siendo su principal expósito coincidente con la caída de los Estuardo con la revolución de 1688, el filósofo John Locke, pensador asalariado de los mercaderes de la City, doctrina luego perfeccionada por otros filósofos y economistas, siempre todos bien pagos por los mercaderes.

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