Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Espectáculo La diva de los almuerzos

Mirtha Legrand: 90 años de una vida de película

Los secretos y las anécdotas de nueve décadas en las que atravesó todos los capítulos: comedia, drama, romance y éxito, pero siempre como una gran estrella

El 23 de febrero de 1927, en Villa Cañás, Santa Fe, 591 kilómetros de superficie, fundada en 1902, el sol llevó el termómetro hasta los 31 grados, y sin mucho alivio. Viento norte cálido soplando a cinco kilómetros por hora, y casi 70 por ciento de humedad.

 

Pero ese día, el estado del tiempo y sus vaivenes poco o nada le importaron al matrimonio de José Martínez y Rosa Suárez, españoles de pura cepa… Porque (Dios sea loado)…¡les han nacido gemelas! Idénticas.

 

        Leé también: Vídeo: María Eugenia Ritó sufrió una crisis y pedía drogas

 

Las bautizan Rosa María Juana y María Aurelia Paula Silvia. Como en una novela de Manuel Puig (Boquitas pintadas exactamente), Villa Cañás, 1927, es un pueblo pequeño –recién casi seis décadas después sería ciudad– donde todos se conocen y donde todo se sabe.

Con dramas y comedias. Con chimentos entre vecinos. Con sus vidas encerradas en un perdido punto del mapa…

Pero también –¡de pronto!– con dos estrellas, publicó Infobae.

 

Las gemelas. Imaginemos, como Manuel Puig (y con perdón de su genio y de su alma), un domingo de otoño en la calle principal. José Martínez, respetable y respetado, tiene una librería. Y su mujer, Rosa Suárez, no le va en zaga: es maestra –en tiempos en que ese oficio era casi una religión– de la Escuela Fiscal 178 de Santa Fe.

 

Imaginemos, sí.

La pareja y las mellizas, de paseo. Impecables: vestidos almidonados y moños en el pelo. Una escena para el celuloide. Pero eso… llegará mucho más tarde. Manuel Puig –duende maligno– no los hubiera dejado ser felices hasta el final. Siete años después de ese parto publicado con bombos, platillos y fuegos artificiales en el único diario del pueblo… José y Rosa (¡ay!) separaron sus vidas.

 

Días difíciles (como siempre desde lo más remoto de los tiempos…) para la madre. Con tres hijos –el tercero, José Martínez Suárez–, Rosa apuntó para las luces de una gran ciudad: Rosario.

 

Mientras se abría paso en un mundo mercantil, estruendoso y con la mafia ya instalada (Chicho Grande y su banda, y su hija, Agata Galiffi), batalló para que las mellizas –cada día más bellas– siguieran la vía clásica de entonces. La del esfuerzo. Muchas décadas después llegaría su contracara: la del oportunismo.

 

Estudiaron canto, danzas clásicas y españolas, zapateo americano, y piano. El programa "Sine qua non". Sin eso, ni atreverse a las tablas y/o a la pantalla.

 

        Leé también: Jorge Rojas fue distinguido como "Embajador del Inadi"

 

Mucho ha vivido como para comerse los discursos acaramelados… que acaso nunca se cumplen.

 

Es rica en dinero. Bien se lo ha ganado. Pero ni el dinero ni las previsibles alhajas hacen (como diría otra doña Rosa barrial), la felicidad.

 

Soportó a pie firme las infidelidades –se dice: "allí estuvo quien lo vio", sentencia de mi abuela– de su eterno marido, y de sus tres nietos, los devaneos mediáticos de Juana (Juanita) Viale. En todo caso, cuestiones menores.

 

Siempre resonarán en sus oídos dos hechos: trabajó durante la dictadura militar 1976-1983. Y fue prohibida por Raúl Alfonsín, el héroe de la democracia recuperada y renacida para siempre.

 

La fama, el éxito, el poder y las tormentas que estaban tan lejanas cuando, con su gemela Silvia, su vestido almidonado, su moño en el pelo, era la pequeña estrella que caminaba por la pequeña calle principal del pequeño y casi ignoto pueblo de Villa Cañás.

 

Señora. Por tantas décadas. Por tantas historias. Por tantas risas. Por tantas lágrimas. Por tanta vida… ¿qué decir?

 

Lo más obvio y sincero: ¡¡¡Feliz cumpleaños!!!

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso