“Aún no hay explicaciones”, es la frase que retumba en los pasillos del cementerio municipal “Cristo Redentor”, lugar en donde Nancy y sus hijos tienen su última morada tras aquella fatídica noche en la que sus vidas fueron truncadas por Rodolfo Ferreyra, el hombre que, cegado por la ira, los asesinó.
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Su madre Celia, abrumada por la situación que le toca vivir, se descompensó nuevamente en el cementerio (ya había sufrido una descompensación cuando se enteró de la tragedia), por lo que tuvo que ser asistida por los propios familiares. Es que la mujer perdió, en sólo cuatro meses, a su esposo, un hijo y ahora le toca afrontar la pérdida de sus nietos y de su hija.
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Rosa Soplán, hermana mayor de Nancy, en diálogo con Nuevo Diario había revelado que “la familia no estaba de acuerdo con la relación”. En otro tramo de la entrevista, la mujer aseguró que, pese a que tenían poco contacto por la distancia, sabía que su hermana “quería separarse de él”.