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Especiales Cultura

CR??NICAS DE LA HISTORIA DESCONOCIDA

Relatos de algunos hechos destacados que formaron parte fundamental de la historia de nuestro país. Gestas épicas, héroes rescatados de la memoria, en sus hazañas y sus vidas.

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Reseña. Crédito: Gestas épicas, héroes rescatados de la memoria, en sus hazañas y sus vidas.

16 DE FEBRERO DE 1835

MUERTE DE FACUNDO QUIROGA

 

El 16 de febrero de 1835 muere en Barranca Yaco (Córdoba) Juan Facundo Quiroga, político, militar, caudillo federal contra el gobierno nacional unitario, gobernador provisional de La Rioja del 23 de mayo al 22 de julio de 1823.

 

 

Dos hechos describen su aguerrida y valiente naturaleza:

- en una oportunidad fue perseguido en un campo traviesa por un tigre y obligado a subir a un árbol, donde luego lo enfrentara al animal matándolo. Por ese hecho le quedó el apodo de “el Tigre de los Llanos”

 

 

- el 8 de febrero de 1819 permanecía prisionero por una causa menor en la ciudad de San Luis, junto a más de unos veinte oficiales realistas que habían sido tomados prisioneros en las batallas de Chacabuco y Maipú. Cuando estos se amotinaron, Quiroga con sus propios grillos, que tenía puestos, los enfrentó y mató a varios de ellos. Este suceso se conoció como “la sublevación de los prisioneros de San Luis”.

 

 

Luego de varias incursiones en distintas batallas, ganadas y perdidas, se alejó de la política y en 1833 se radicó en Buenos Aires. A fines del año siguiente aceptó mediar en un conflicto entre las provincias de Tucumán y Salta. En 1835, al enterarse de la muerte del gobernador tucumano Latorre, inició un viaje sin retorno.

 

 

El capitán de milicias de Córdoba, Santos Pérez —un sicario al servicio de los hermanos Reynafé, hombres fuertes de la provincia mediterránea, ligados a Estanislao López— lo emboscó en Barranca de Yaco el 16 de febrero de ese año. En el momento en que Quiroga se asomó a la ventanilla de su carruaje y preguntó “¿Quién manda esta partida?”, Pérez le descerrajó un tiro en el ojo produciéndole la muerte.

 

 

Cuando Rosas se enteró del asesinato de Quiroga expresó: “El señor Dorrego fue fusilado en Navarro por los unitarios, el general Villafañe —compañero de Quiroga— lo fue en su tránsito de Chile para Mendoza por los mismos, el general Latorre lo ha sido a lanza y ahora el general Quiroga baleado y degollado. ¡Qué tal! ¿He conocido o no el verdadero estado de la tierra? Pero ni esto ha de ser bastante para los hombres de luces y de principios. ¡Miserables! ¡Y yo, que me metí con semejantes botarates! Ya lo verán ahora, el sacudimiento será espantoso y la sangre argentina correrá en porciones.”

 

 

Cuando los Reynafé fueron derrocados, Rosas los mandó a detener y el 27 de mayo de 1837 dictó su primera sentencia. Luego del último recurso interpuesto por los defensores, el 9 de octubre de ese año la sentencia de muerte involucraba al autor material y a los instigadores de aquel cobarde asesinato. El 26 de octubre de 1827, en la plaza de la Victoria (Buenos Aires), Santos Pérez, José Vicente y Guillermo Reynafé fueron fusilados y luego colgados a una horca ante una inmensa multitud de espectadores.

 

18 DE FEBRERO DE 1889

MUERE GERÓNIMO ESPEJO

Nació el 30 de septiembre de 1801 en la ciudad de Mendoza.

En 1815, al cumplir 14 años, nació en él el deseo de incorporarse al Ejército Libertador. En presencia del Gobernador Intendente de Cuyo, Comandante en Jefe del Ejército de los Andes, solicitó su incorporación a las filas, lo que le fue denegado por razones de edad. Al año siguiente insistió nuevamente y en esa oportunidad se hizo lugar a su solicitud.

En 1816 se incorporó en el Ejército de Los Andes como soldado de infantería. A los 15 años de edad combatió en la batalla de Chacabuco, por la que recibió una medalla de plata. En 1818 peleó en Cancha Rayada y en Maipú; por esta última fue condecorado con el Cordón de Honor de las Provincias Unidas y con la Medalla de Plata del Director Supremo de Chile. Participó en la campaña al Perú, donde San Martín lo ascendió a teniente y le confió varias misiones.

 

 

Tuvo el privilegio de acompañar a nuestro Libertador en la entrevista histórica de Guayaquil con Simón Bolívar.

Regresó a Buenos Aires en 1824. Fue secretario militar del general Martín Rodríguez y ayudante de campo del general Carlos de Alvear en la batalla de Ituzaingó. Fue muy extensa la labor militar desarrollada por este héroe de nuestra independencia, que luego participara en tantas batallas internas. Después de la batalla de Pavón en 1861 se dedicó al comercio.

Gerónimo Espejo tiene un lugar especial en nuestra historia porque a lo largo de toda la campaña del glorioso Ejército de los Andes personalmente recogió documentación y tomó apuntes, que alcanzó a salvar en gran parte después de los desastres de las batallas de Rodeo de Chacón y de la Ciudadela en 1831.

 

 

Cuando era empleado en la oficina de Pagos del Ministerio de Guerra en 1868 conoció al presidente Bartolomé Mitre, que quedó asombrado por la prodigiosa memoria de Espejo para los hechos históricos en que había participado.

 

 

Cuando Mitre dejó la presidencia, mantuvo largas conversaciones con Espejo y colaboró con él en poner en orden el material que más adelante le sirvió para redactar las más admirables crónicas del curso de los acontecimientos desde la partida desde Mendoza del Ejército de los Andes hasta la entrevista de Guayaquil. Ese mismo material le sirvió también a Mitre para su conocida obra “Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana”.

 

 

Tal vez por esos méritos algo inusuales, Gerónimo Espejo fue ascendido al grado de general de brigada en 1875, después de haber pasado a retiro. Años después llegó al grado de general.

 

20 DE FEBRERO DE 1813

BATALLA DE SALTA

El brigadier Pío Tristán, comandante realista, pensaba que por los caminos en pésimo estado debido a las lluvias, Belgrano esperaría hasta el fin del verano para atacarlo en Salta. Tristán concentró sus tropas en torno a la capital provincial y dejó una reserva en Jujuy.

 

 

Sin embargo, con gran sacrificio y gracias a los conocimientos de oficiales y baqueanos salteños que lo acompañaban, nuestro general pudo llegar a la bella ciudad de Salta antes de lo que esperaba el enemigo y se estableció en el campo de Castañares. De esa forma, le cortó la ruta de comunicación a los realistas.

 

 

El 15 de febrero le llegó a Tristán la noticia de que tropas enemigas se dirigían a Salta; tomó este mensaje como que simplemente serían algunas partidas de gauchos, que eran muy comunes en esos días. Pero el día 17 se instaló Belgrano a la vista de los realistas y los días 18 y 19 hizo un reconocimiento con todas sus fuerzas como en ademán de empeñar un combate, que el brigadier Tristán, ya en posición en las afueras de la ciudad, estaba resuelto a aceptar.

 

 

Fueron tan rápidos los movimientos patriotas que sorprendieron y enojaron a Tristán, a tal punto que se le escuchó decir a su ayudante “¡Ni que fueran pájaros!”. Seguidamente le preguntó si eran muchos, a lo que el ayudante le contestó “Como avispas, mi general” “¿Y llueve?” “Sí, señor, llueve”; a lo que el jefe remató diciendo “Pues me alegro, con lluvia se matan mejor las avispas”.

 

 

Aquella mañana del 20 de febrero Belgrano amaneció en un estado lamentable. No paraban sus vómitos de sangre, pero no eran horas para hacer el reposo absoluto recomendado por el doctor Redhead. Imposibilitado de montar a caballo, dirigió el combate desde un carruaje [que hoy puede verse en el Museo de Luján]. Distribuyó sus casi tres mil hombres en columnas dirigidas por Martín Rodríguez, Díaz Vélez y Dorrego. Este último logró quebrar el ala izquierda del enemigo.

 

 

El jefe realista alcanzó a escapar al ver que la batalla se decidía a favor de los patriotas, como lo demostraba un poncho celeste y blanco que comenzó a flamear en la cúpula del templo de La Merced.

 

 

Las pérdidas del enemigo habían sido totales en cuanto a armamentos y a banderas, más de 481 muertos, 114 heridos, 2.776 rendidos (entre ellos, cinco generales y 93 subalternos).

Belgrano informaba así el triunfo al Gobernador Intendente de Córdoba: “Las armas de la Patria se han cubierto de gloria en el día de ayer, logrando una completa victoria sobre el enemigo. Hemos recuperado el territorio de Salta y Jujuy hasta Tupiza”.

 

 

Por sus victorias en esta batalla de Salta y en la de Tucumán, la Asamblea del año 13 decidió otorgarle al general Manuel Belgrano un premio de cuarenta mil pesos oro. Pero don Manuel tenía un sentido muy claro y firme de lo que era el patriotismo y respondió a dicha asamblea con una carta en la que expresaba: “He creído propio de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de mi Patria destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras a que se enseñe a leer, escribir, la aritmética, la doctrina cristiana y los primeros de los derechos y obligaciones del hombre en la sociedad. Tal donación será destinada para el establecimiento de cuatro escuelas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero”.

¡Gloria a los héroes de Salta!

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