El cementerio es uno de los lugares más sagrados para los mortales. Un lugar para “reencuentro” con los seres queridos que ya no están a través de las oraciones, las flores y las luces de las velas. Sin embargo, la delincuencia no tiene límites ni respeto. Los ladrones aprovechan ese momento de recogimiento, de reflexión y meditación, para apoderarse de bienes de los deudos. De esta manera, ya hay antecedentes de hurtos y de arrebatos en plena necrópolis.
La última persona que sufrió un hecho delictivo fue una mujer identificada como Sandra Taboada. Había llegado ayer a la tarde al cementerio La Piedad a velar sus difuntos. Lo hizo en su automóvil Volkswagen Voyage que estacionó en una de las calles internas de la necrópolis local y se dirigió a rezar por sus seres queridos.
Minutos antes de las 19, la mujer comprobó que desconocidos habían destruido el vidrio de la ventanilla trasera izquierda. De esta manera se apoderaron de su cartera que contenía un teléfono celular de alta gama y $ 1.200 en efectivo, entre otras pertenencias.
El hecho delictivo generó la intervención de la policía. Los uniformados se entrevistaron con la damnificada y realizaron un recorrido por las calles del cementerio, aunque no encontraron a los autores.
