La voz de un hombre que lo amenazaba desde la cárcel decidió a Roberto a hacer la denuncia policial y poner punto final a una historia de adulterio, que comenzó como una aventura y acabó con su matrimonio y fortuna. Cinco meses soportó los recurrentes pedidos de dinero a cambio de silencio y bajo la amenaza latente de mostrar a su familia fotos íntimas de relaciones sexuales.
Roberto conoció a Brenda hace más de dos años, a través de un contacto de Whatsapp. La pareja estableció una relación que fue más allá del frío intercambio de sexo por dinero, y se convirtieron en amantes.
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Sin embargo, hace aproximadamente cinco meses, los requerimientos de la mujer, primero personalmente, pero luego por teléfono y por mensajes de texto y audio de Whatsapp, fueron subiendo de tono hasta convertirse en claras amenazas, publica El Litoral.
Desde la cárcel
En un principio el hombre accedió a sus pedidos, hasta que el viernes pasado Brenda le pidió 0.000, de lo contrario mostraría las fotos prometidas. “Quiero el auto, la plata y el terreno. Así ya se termina todo y no te molesto más”, le escribió en uno de los últimos mensajes de texto.
Ese 10 de febrero, Roberto le entregó .500, pero Brenda le dijo que pasaría a buscar el resto al día siguiente. Y para asegurarse que el hombre cumpliera, lo puso al teléfono con un tal “Seba” -un presidiario pareja de Brenda- que le dijo: “Te voy a hacer boleta, te voy a secuestrar a vos y tu familia, vos para mí sos un jardín de infantes, así que a la piba le vas a dar entre 40 y 50 mil; y en la semana, por multa, le vas a dar 100 mil más y después vemos por el auto y el terreno”.
Sin dudarlo, Roberto llamó a la policía y blanqueó la historia por la cual se destruyó su matrimonio -dijo que tuvo que divorciarse- y perdió una pequeña fortuna tratando de pagar el silencio -reconoció haberle entregado unos $ 250.000-.
La detención
El sábado a las siete y cuarto de la tarde un remís se detuvo frente a su casa de la zona norte y del vehículo descendió Brenda, que llevaba en brazos a su hija de 2 años. Incauta, la joven cayó en la trampa y fue apresada por el delito de “extorsiones reiteradas”. Tras pasar el fin de semana detenida, la fiscal María Lucila Nuzzo la imputó el lunes ante los tribunales locales y solicitó audiencia para el tratamiento de la medida cautelar, que tuvo lugar esta mañana y estuvo a cargo del juez penal Jorge Pegassano.
Durante la audiencia no se discutieron los hechos, ni la responsabilidad de Brenda como autora; tampoco la pena que podría recibir en caso de ser condenada. Su abogado defensor, Ignacio Alfonso Garrone, reconoció que existen sobrados elementos de prueba en su contra como para controvertir la acusación. No obstante, se opuso a que continúe el proceso en una cárcel común y propuso como alternativa la prisión domiciliaria.
Domiciliaria
Basó su requerimiento en un informe socioambiental y la acreditación legal -mediante partidas de nacimiento- de que su defendida es madre de tres niños de 12, 6 y 2 años, de los que además está a cargo.
La fiscal Nuzzo coincidió que la medida era procedente -la ley prevé la domiciliaria para madres de hijos menores de 3 años-, aunque solicitó que previamente se garantice el cumplimiento de ciertos requisitos, entre los que incluyó: la prohibición de acercamiento a la víctima por cualquier medio o persona; la realización de controles periódicos pero también sorpresivos; la designación de un guardador; y la fijación de una fianza de .000.
El juez Pegassano consideró procedente la alternativa a la prisión preventiva, aunque advirtió a Brenda. R. de que en caso de no cumplir con algunas de las condiciones impuestas sería inmediatamente reencarcelada.
