En una masiva procesión por una capilla ardiente instalada en el Monasterio de los Jerónimos de la capital, Lisboa, los portugueses se despidieron ayer del carismático ex presidente socialista Mário Soares.
A dos días de su fallecimiento, el cortejo fúnebre recorrió el centro de la ciudad, custodiado por una escolta de honor y acompañado por los aplausos de miles de ciudadanos, hasta llegar al monasterio elegido para su despedida final.