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El País Aberrante

Cura acusado de abusar menores vive refugiado en un hogar de ancianos en La Plata

Con tres causas por abuso sexual contra menores y un procesamiento pendiente, el cura pasa sus días en el Hogar Marín, en La Plata.

Con tres causas por abuso sexual contra menores y un procesamiento pendiente, el cura Héctor Ricardo Giménez pasa sus días en el Hogar Marín, ubicado a seis cuadras del Arzobispado de La Plata y frente a un hogar de niños.

 

En total, Giménez lleva acumuladas tres causas por abusar de niños en los campamentos de verano que él dirigía: en dos fue absuelto por falta de pruebas y la tercera fue reabierta en 2013 gracias al testimonio de Julieta Añazco, miembro de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina.

 

 

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Sus víctimas contaron a lo largo de tres décadas cómo el cura las tocaba, las bañaba y se metía en sus carpas por las noches. Pero de todas las denuncias, la única que siguió adelante fue la de Añazco, quien fue abusada durante tres veranos en la década del '80 y recién pudo contarlo cuando era una mujer de más de 40 años.

 

"Saber que Giménez está en el Marín me llena de bronca e impotencia, porque sigue en contacto con los niños que van a visitar a sus abuelos", dijo Añazco cuando le confirmaron que el sacerdote sigue con su vida normal e incluso concelebra las misas de la residencia de ancianos.

 

El cura vive en el asilo, donde comparte sus horas con otros ancianos y disfruta de los paseos en el amplio jardín de margaritas y agapantos. Frente a la casona, que ocupa casi una manzana, hay un hogar de niños que depende de la Iglesia.

 

 

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La primera denuncia contra Giménez fue en 1985, por abusos cometidos a cinco nenas de entre ocho y diez años en el Sagrado Corazón de Jesús de City Bell. En esa ocasión se le dictó la prisión preventiva, pero terminó excarcelado gracias a la garantía que ofreció el entonces arzobispo Carlos Galán y a la decisión de los jueces Eduardo Delbés y Horacio Piombo, este último conocido por varios polémicos casos en los que benefició a los abusadores.

 

En los '90, Giménez fue denunciado por otros cinco casos en la localidad bonaerense de Magdalena. La causa tampoco prosperó y el sacerdote siguió cumpliendo sus funciones.

 

Sin embargo, en un comunicado del 7 de diciembre último, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, admitió que a partir de esas denuncias él mismo había iniciado un "proceso canónico" y que el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano "lo halló culpable y se le impuso la pena justa".

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