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La Provincia En diálogo con Nuevo Diario

El obispo analizó su primer año al frente de la Diócesis de Añatuya

Resaltó el día inolvidable que le tocó vivir, sus objetivos del año que viene y agradeció a todos.

Monseñor Melitón Chávez celebra hoy su primer año al frente de la Diócesis de Añatuya y, en diálogo con Nuevo Diario, realizó un balance de lo importante de este momento que vive.

 

En primer lugar, consideró necesario agradecer “el recibimiento desbordante y generoso que tuve”, por lo que pidió que “confíen en este llamado permanente —e insistente— de caminar juntos y no quedarnos solos, aceptar con espíritu de fe las propuestas de la Iglesia, del Papa para ir modificando nuestra forma de orar, aceptar el llamado de la conversión pastoral”.

 

“Agradezco la paciencia que me tienen y las cosas que deban sumar o disentir, puedan hacerlas oportunamente para poder crecer juntos”, agregó.

 

En cuanto a los desafíos que afrontó y debe asumir, manifestó que “el año que viene, vamos a lanzarnos en dos direcciones importantes. Una es la familia con la línea y el espíritu marcado por el papa Francisco en el documento de la Alegría del Amor, que ya tenemos para comenzar a trabajar, inclusive para armar una comisión familiar. La idea es que toda la Diócesis se ponga en este camino. La otra línea, es la del medio ambiente, ‘cuidar la casa común’, como se llama. En la Encíclica Laudato Si’, habla justamente de este cuidado. Sobre todo, el monte, los campos, todo lo que se refiere a la salud de la gente y entrar en diálogo con todos ellos para poder protegerlos y acompañarlos”.

 

“Uno tiene que ir al encuentro del otro”

 

En cuanto a la función y objetivo de la misión, el obispo tucumano explicó que “uno tiene que ir al encuentro del otro. Las distancias nos hacen necesariamente salir para encontrarnos. A veces tenemos dificultades para reuniones pastorales y eso le da cierta dinamicidad a la Diócesis. De dónde vengo, todos se reúnen en Capital y todas las cosas se resuelven allí y la mayor distancia en la que se puede demorar, es media hora. Aquí es distinto”.

 

Asimismo, resaltó que se organizan encuentros fructíferos que posibilitan que se asuman con paciencia los cambios que se van introduciendo en toda la comunidad añatuyense.

 

“Hay una forma rica de vivir la fe” en Santiago

 

En otro orden, el obispo manifestó que el día de su asunción vivió un “día único e histórico que se vio marcado por la lluvia, pero que todo culminó muy bien”.

 

Asimismo, resaltó que “hay particularidades muy ricas en la forma de expresión de la fe en Santiago. Sobre todo cuando uno se interna en las partes más alejadas, en el monte, el cariño que manifiestan es incomparable. No es una cuestión cultural, es un rasgo del ser de Dios en la vida de la gente, porque Él imprime sus rasgos en nosotros. Son muy simples, muy sencillos, amables, tiernos, me lo imagino a Dios así. Eso se ve reflejado en el pueblo y lo vi reflejado de entrada”.

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